MARBELLA – CRUZ DE JUANAR

Día 27-12-84. Pasando unos días de vacaciones familiares, en esta época invernal, cuando es posible disfrutar de las magníficas temperaturas, los hermosos y relajantes lugares de cierto refinado ambiente, pasear por la parte antigua de Marbella con toda la tranquilidad del mundo, estar sentado en la plaza de los naranjos al templado sol de la mañana y por la noche acudir sin agobios a tomar una copa a esos elegantes y famosos lugares que en pleno verano sería imposible, ha sido toda una experiencia.

Pico y Cruz de Juanar

Desde el alto edificio de apartamentos, donde estamos hospedados, al lado de la playa, no he podido evitar la contemplación, día tras día, de la silueta de la Sierra Blanca, entre su cumbre de La Concha (1.215 mts.) al sur y el Pico de Juanar (1.182 mts.) hacia el norte con una gigantesca cruz de hierro en su cima. Esta sierra, a espaldas de Marbella, la protege de los fríos vientos del norte, consiguiendo de esta manera que la zona mantenga una temperatura muy agradable incluso en los más fríos días de invierno.
Por más que he intentado encontrar una explicación a la gran cruz de hierro en la cima de Juanar, realmente me ha sido muy difícil. Es verdad que encontrar en Marbella un paisano de cierta madurez para escuchar sus teorías ha sido como encontrar una aguja en un pajar. Indagando entre los viejos del lugar, uno me contó, no sé qué de cierto y real tiene la historia, que hace muchos años un barco nórdico naufragó enfrente de Marbella en medio de una gran tormenta.

Cruz de Juanar y Marbella

Los pocos pescadores que había en aquel tiempo, con riesgo de sus vidas, salieron a prestar su ayuda a los marineros naufragados, salvando a casi todos. Como recuerdo y manifestación de agradecimiento a los valientes pescadores marbellíes, los marineros nórdicos pusieron la gigantesca Cruz en la cima del Pico de Juanar, esta es perfectamente visible desde la ciudad y sus alrededores.
A la atracción de la montaña se unía ahora una historia que no me dejaba dormir, así que decidí ascender a la Cruz de Juanar para contemplar, desde aquella elevada atalaya, Marbella y sus alrededores, toda la costa hasta el Peñón de Gibraltar y la otra parte del cordal en la ladera de la Sierra de las Nieves.
Aún de noche, una madrugada subí en coche hasta una urbanización, en la parte alta de Marbella, a unos 150 metros de altura. Un cordal que se desprende de la parte más alta y que separa los cauces del Arroyo Guadalpín por mi izquierda y la Vertiente de la Laja por mi derecha, me permitirá ascender, peldaño a peldaño hacia la zona más elevada. Comienzo a ver el hermoso amanecer cuando el rojo sol avanza lentamente en el horizonte del apacible Mediterráneo, ascendiendo despacio y comenzando a iluminar los contornos. A medida que voy tomando altura, con ciertas dificultades pues a veces los escalonamientos son muy escarpados y tengo que bordearlos para buscar mejores accesos, el Arroyo Guadalpín abajo, en el fondo de su seco cauce, se retuerce entre hoces escarpadas.

Marbella desde la Sierra

La Laja, por mi derecha es algo más suave y sus laderas menos agrestes y lo que sí tienen en común es la desolación de los alrededores, incendios que han arrasado los hermosos pinares que en otros tiempos poblaban estos hermosos parajes. Dos cabras monteses, a prudente distancia, vigilan mis movimientos, me sorprende que aún queden animales salvajes por estos desolados lugares. Sigo ascendiendo los 1.000 metros de desnivel que he de ganar para arribar a la cumbre y de vez en cuando me vuelvo a contemplar el bello panorama que ahora me ofrece la iluminación del sol, Puerto Banús, más al sur el Peñón de Gibraltar, inconfundible silueta que penetra en el mar y las costas de África en el horizonte. Hacia los 900 metros de altura se suavizan los escarpes y ya puedo avanzar con más seguridad y confianza, veo por la izquierda la cima de La Concha y las inclinadas pedreras que hay en sus laderas este, en algún momento estoy tentado a acercarme, ya por el cordal, hacia esta cima principal, pero supondría alargar la excursión por lo menos 3 o 4 horas y el regreso con la familia no sería antes de la mediodía, por tanto descarto esta posibilidad. Ya en el cordal principal tengo a la vista, a mi derecha, la mole final del Pico de Juanar, de unos 100 metros que habré de ascender en vertical por zonas perfectamente accesibles en este lado sur-este. En su cima es destacable la gigantesca cruz, visible en un amplio radio en una especie de meseta con grandiosas vistas alrededor.

Valle de Ojén

Del lado que hasta ahora tenía oculto, aparece un gran valle, es el Arroyo de Juanar, el Refugio de su nombre en una zona verde a 900 metros de altura y una pista que se pierde en la distancia hacia el norte descendiendo por el valle. Las laderas de la Sierra de las Nieves y otra serie de serranías en el horizonte, a mis pies el Puerto de Marbella (puerto de montaña), lugar al que descenderé a continuación, pues desde el mismo y como continuación de la pista que asciende por el Valle de Juanar, veo un camino de tierra que me servirá para el regreso. Desciendo, por tanto, por una senda muy frecuentada, hasta dicho Puerto de Marbella y tomo la pista de tierra que baja por una zona con restos arbolados, pocos pues todo lo demás está arrasado por el fuego, algunos troncos de pino aún permanecen en pie negros y quemados, como recordándonos lo trágico que pueden ser las llamas. En el Manantial de Puerto Rico, a unos 500 metros de altura, como contrapartida a la desolación, una zona verde y arbolada, como un oasis lleno de humedad. En el punto en que el pequeño valle por el que desciendo se junta al de la Laja, una pista toma a la izquierda y otra a la derecha, sigo por esta última y al cabo de unos 30 minutos entro en los primeros terrenos habitados, enseguida llego al coche de nuevo dando por terminada esta bonita excursión por la Sierra Blanca.