SIERRA DE CHIMENEA-EL TORCAL-SIERRA DE LAS CABRAS
Día 8-2-03. Mis amigos de Antequera, Carmen y Hasan, me han preparado una intensa jornada con el fin de facilitarme el conocimiento a fondo de estos hermosos lugares cercanos a su bella ciudad. Será una excursión muy completa, con ascensos a las cumbres más elevadas de estas sierras del Sistema Penibético, complementando así los conocimientos que experimenté en mi paso por el GR7, sobre todo el sobrecogedor espectáculo del Torcal.
Cruzamos el seco cauce del Arroyo de Álamos, pasamos una cerca de alambre y comenzamos el fuerte ascenso pisando con sumo cuidado las húmedas y resbaladizas rocas calizas, dejando por nuestra derecha el Puntal, otro pico calcáreo gemelo al Peñón de Vallejos, muy inclinado. Las señales de ovejas y cabras será una constante por todas las sierras, los escuálidos pastos son aprovechados al máximo por estas piaras que tienen sus establos en los viejos cortijos a los pies de la sierra. Las espesas nieblas no nos permiten ver los alrededores, vamos, por tanto con mucha precaución para evitar los resbalones y las peligrosas caídas. Tampoco podemos subir al cordal para ir cresteando, es sumamente peligroso, por tanto seguimos por la ladera muy despacio y cuidadosamente. Incluso nos tenemos que poner los guantes, la temperatura es bastante fría y cuando subimos a las cimas, el viento frío es más intenso.
A veces clarea ligeramente y podemos ver las zonas bajas muy verdes, pero nuevamente las nieblas lo cubren todo. En la parte alta pasta un rebaño de ovejas, algunas de ellas están vigilando subidas en las rocas, un corderillo solitario llama con cierta agonía a su madre, está perdido y muy débil, al sentirnos viene hacia nosotros como si fuéramos su salvación, se tambalea y casi se cae, pobrecillo. Se viene detrás hasta que se puede comunicar con su madre en la lejanía, cuando escucha sus baladas, lanza las suyas con mayor fuerza, allí se queda a la espera de que su madre lo venga a buscar, todo un ejemplo de dependencia y amor fraterno que nos deja “tocados”.
Dejamos el Cortijo Navarrete abajo en las faldas y vemos el inicio de la entrada al Puerto de la Escaleruela por su zona sur. Bordeamos el Camorro Alto, máxima cima, para ascenderlo por su ladera noreste. Ahora clarea un poco y podemos contemplar el conjunto del Torcal, desde esta altura no se aprecian las dimensiones y peculiares formas de las rocas calizas. Los rayos del sol hacen brillar las húmedas rocas provocando unos reflejos intensos. Terminamos el ascenso al Camorro Alto con 1.378 metros de altura, es esta una soberbia atalaya desde donde divisamos todos los alrededores. Podemos ver, ahora resaltada por los rayos del sol, la Sierra de Huma, Sierra de Alcaparaín, Peña de los Enamorados, solitaria silueta con la cara de un indio, mas al este la Sierra de Camarolos, Sierra del Co y sus dos conocidos picos, Peña Negra y Morrón de Gragea, todo el conjunto del Torcal y abajo, ahora iluminada por el sol, la bella Antequera.
Son poco más de las 11, así que procede un almuerzo, ligero como es costumbre, eso sí, alegrado con un té con leche bien calentito, atención de nuestro amigo Hasan, que nos bebemos con verdadero placer. Iniciamos el cuidadoso descenso de los 400 metros hasta el Puerto de la Escaleruela por el escarpe que da a la misma, pasando unas veces por la ladera norte y otras por la sur para evitar los peligrosos cortados. En el Cortijo de los Navazos, a nuestra derecha en la zona plana, están dando de comer al ganado y tres paisanos se afanan en recolectar algo silvestre en las praderas, que meten en una bolsa de plástico. Nosotros entramos en el Torcal Bajo a través de una especie de callejón amplio con el suelo cubierto de hierba húmeda y una senda que nos va llevando en ascenso para encontrarnos por nuestra izquierda con los altos paredones que separan el Torcal Alto con 300 metros de desnivel vertical, la senda se denomina Vereda de Duarte.
Entramos de lleno en el laberinto kárstico, único por su magnitud y caprichosas formas, seguimos la senda que se va dividiendo salidas a derecha e izquierda haciendo que perdamos el sentido de la orientación, la niebla no nos permite ver mucho más allá de 300 metros, por tanto no tenemos referencia, muy experto tiene que ser quien se adentre por estos sobrecogedores parajes para no perderse y dar vueltas sin saber hacia donde dirigirse. En algunos momentos el GPS nos es de valiosa ayuda para la orientación y seguimiento de la dirección a seguir, incluso las distancias que nos separan de los puntos de referencia. Pasamos al lado de una antigua cantera para la elaboración de una especie de mármol de color rojizo que se empleaba en la construcción y decoración, hace años abandonadas.
Damos vista a la parte mas sur, es la muralla que por la izquierda aloja una antena de transmisión de señales y por la derecha se dirige al llamado Camorro de Siete Mesas, zona de máxima altura del Torcal a 1.342 metros. Ahora ha despejado y podemos ver, hacia el norte, un gran hoyo y al fondo las paredes de la Sierra Pelada y el escarpado cerro del Piligrillo en cuya base se halla el Nacimiento de la Villa, manantial de abundante cauce producto de las filtraciones de los profundos hoyos y simas del Torcal. Son ahora las 2,15 hora del almuerzo y merecido descanso, así que muy cercanos a la carretera de ascenso a la entrada del Torcal, resguardados del frío viento del norte, nos aposentamos con vistas a nuestro inmediato destino, la Sierra de las Cabras. Descendemos por la carretera para hacer una breve parada en el Mirador de Diego Monea, en honor a este conocedor de los intrincados vericuetos del Torcal, desde aquí podemos contemplar, ahora iluminada por el sol, Villanueva de la Concepción y sus verdes alrededores. Seguimos hasta la Boca del Asno, collado que separa la Sierra de las Cabras de la Sierra Pelada, para tomar un camino que se dirige hacia el Cortijo de los Migueles, pasado este, se convierte en senda que nos va llevando en ligero ascenso hasta el inclinado Collado los Lastonares, teniendo por nuestra derecha los paredones de la ladera sur de la sierra, posaderos de buitres se pueden apreciar en las zonas más altas. Por la ladera norte, más suave y herbosa, hay una gran depresión, es el Hoyo Díaz por donde discurrirá la última parte de nuestra excursión.
Pero
primero hemos de ascender a la cumbre de Cabras, para
ello tomamos la ladera herbosa y continuamos hasta un collado que da
acceso a
una inclinada
canal pedregosa, desde
aquí vemos
la autovía a Málaga a
su paso por Villanueva
de Cauche y Casabermeja, además del itinerario del GR7 que seguí en
otra oportunidad. Las nieblas se mueven con rapidez y por momentos lo
envuelven todo, por tanto apretamos la marcha y llegamos a la cumbre
de la sierra, Cabras con 1.283 metros
y vértice geodésico,
aquí no se puede parar ni un minuto pues hasta se quiere poner
a lloviznar, por tanto volvemos a descender por el mismo itinerario hasta
casi el Collado los Lastonares para
iniciar el inclinado descenso hasta el Hoyo Díaz,
una relajada pradera que nos imaginamos en plena primavera
llena de flores en
un día soleado, hermoso paraje este.
El incipiente Arroyo de la Yedra tiene
aquí su nacimiento, primero
discurre plácido por el hoyo, para enseguida desprenderse por
un inclinado cortado y estrechamiento rocoso, por el seco cauce descenderemos
nosotros con bastantes dificultades debido a la maleza, zarzas, hierbas
altas y peligrosas por su inclinación y humedad, es este un complicado
y difícil camino, pero como es la parte final y vemos, abajo,
nuestro destino, pues nos lo tomamos con tranquilidad. Hacia las 6,15
de la tarde llegamos al PK 136 de la carretera a Antequera a
una altura de 702 metros, donde Ricardo,
amablemente nos recoge para llevarnos de regreso, algo
cansados y soñolientos. |