SANTUARIO DE CHILLA – PORTILLA BERMEJA – PORTILLA DE COBOS – LANCHA DE LA BÓVEDA

Día 6-7-81. La tradicional Travesía Ramón Asiain organizada por el Grupo Almanzor de Ávila, la realizaremos por el itinerario habitual, por tanto, después de un soberano madrugón, hemos venido conduciendo desde Salamanca para encontrarnos, amaneciendo, en el Santuario de Nuestra Señora de Chilla, a 680 mts. de altura, donde junto a nuestros amigos y compañeros, iniciamos esta durísima travesía por la vertiente sur de Gredos.

Cuerno del Almanzor


Los diferentes grupos, cuadrillas o equipos de 4/5 componentes, que según la disciplina y organización, deberemos ir siempre juntos, vamos tomando la salida con cierta premura con el fin de aprovechar estas tempranas y frescas horas y realizar la parte más dura de ascenso del itinerario, esto es, la subida al Sillao de la Peña en que deberemos ganar un inclinadísimo desnivel de casi 1.000 mts. antes de que el sol nos derrita la espalda. El ascenso al Collado de Chilla es a través de una senda entre helechares, algún prado y pequeños castañares, ya en el collado se inicia el descenso hacia el cauce del arroyo que baja por la Garganta de Chilla, sin perder mucha altura, a través de un buen camino, hasta la Majada de la Vega de la Zarza, a la vera del arroyo.

Cuchillar de las Navajas y Almanzor

Miramos a nuestro alrededor y vemos que nos encontramos en medio de un soberbio hoyo rodeados de imponentes murallas calcáreas cuyas cimas están a cerca de 2.000 metros sobre nuestras cabezas, también le tomamos la medida a la ladera de ascenso al Sillao y que será nuestro primer plato fuerte de la mañana. En el duro ascenso, los grupos se desperdigan, será para dejar algo de oxígeno al resto de compañeros, pues resoplamos como jabalíes, el sol sobre nuestras espaldas nos anuncia que si no llegamos pronto, derretirá hasta nuestras ideas.

Lado sur del Cuchillar de las Navajas

Una vez en el Sillao de la Peña, es absolutamente obligado un paréntesis a comer el bocadillo y reponer fuerzas, los primeros en llegar observamos al resto del grupo, los más rezagados, como se las apañan para aguantar el sol y poner todas las fuerzas en las piernas, lo que cuesta subir esta empinada cuesta. Afortunadamente aquí arriba en el cordal, sopla una brisa agradable, además el Camino del Tío Domingo es más llevadero y agradable, incluso cuando damos vista a la otra garganta y pasamos a la umbría, hasta se queda uno frío, el granito despide el frescor de la madrugada. El ascenso, por tanto, hasta la Portilla Bermeja, además bien conocido, lo hacemos con cierta rapidez, aquí en la Portilla, dejamos las mochilas, incluso en el gran nevero de la parte norte alguna bebida, fruta y la ensalada, con el fin de tenerlas bien frías para el almuerzo y nos dirigimos hacia la cumbre del Almanzor, no es obligado su ascenso, pero la afición no se lo puede perdonar.

El circo desde el Cuchillar de las Navajas

Regresamos a la portilla y con las viandas bien frescas, ascendemos a El Sagrao para comenzar el cruce del Cuchillar de las Navajas, cruce que realizamos apaciblemente y con la intención de hacer el almuerzo a la sombra del Casquerazo en la Portilla de Cobos. Pasamos primero por la Portilla de los Machos, dando vista a la Laguna Grande y los Tres Hermanitos y nos metemos de lleno en la Portilla de Cobos, donde la organización ha situado un control de paso. Aquí hacemos la parada obligada para el almuerzo y descanso en la fresca sombra, dando vista a la otra garganta paralela, la Garganta Blanca también con impresionantes despeñaderos. Cuando miramos hacia abajo, por donde hemos de realizar el descenso, por la Lancha de la Bóveda, casi nos da algo, el desnivel es tremendo y la inclinada pedrera de bloques de granito que hemos de bajar nos deja sin respiración, además ahora el sol está en su momento culminante y puede derretir hasta el granito. Al menos llegaremos al arroyo y podremos refrescarnos en sus limpias y transparentes aguas, este es el único consuelo. La Lancha de la Bóveda es una pared lisa de enormes dimensiones al lado de la canal que descendemos, vamos saltando de bloque en bloque, poniendo los cinco sentidos, pues un mal paso sería, no exagero, casi mortal, la mayoría de las rocas tienen salientes, picos, sierras, etc. etc. donde puedes dejar el pellejo de perder el equilibrio, al haber mucha inclinación e ir saltando, entre el peso del cuerpo y la velocidad del salto, no quiero pensar la fuerza con la que chocarías con el granito.

El Cuchillar desde el Casquerazo

Nos parece interminable el descenso, da la impresión de que llevamos todo el día bajando por el mismo sitio, pero cuando miramos hacia atrás y vemos el enorme desnivel, nos damos cuenta de que estamos ya más cerca del arroyo, por tanto del agua fresca y transparente donde nos daremos el merecido chapuzón. Estamos de nuevo en la Majada de la Vega de la Zarza y en el lugar donde hay un puente y una buena poza, aquí mojamos nuestros sudorosos y cansados cuerpos. El resto del camino hasta el Santuario de Chilla también, a pesar de no ser muy inclinado, se nos hace algo pesado, serán las ganas de llegar. Aún nos espera un largo itinerario hasta Salamanca, por tanto aceleramos el paso con el fin de realizar la mayor parte del trayecto de día, entre el madrugón de la mañana, la fatiga y el cansancio de la dura jornada, el peligro puede estar en el volante.
Esta hermosa, a pesar de lo dura, travesía la vuelvo a realizar en el año 1.992, en esta ocasión paso la noche en Candeleda, bien aposentado en un hostal, descansado y sin el tremendo madrugón.