Mayo 1.988. Una vez ascendemos al Mirador del Cable, a través del teleférico y recorrido el conocido itinerario hasta Horcados Rojos, volvemos a tener a la vista la hermosa silueta del Urriello, pero en esta ocasión en que pretendíamos ir a Sotres por Pandébano, no puede ser, la pared de descenso al Jou de los Boches está completamente helada, es un verdadero peligro intentar descender, incluso con crampones, así que optamos por un cambio de planes.

Panorámica desde Lloroza

Volvemos sobre nuestros pasos y descendemos por Áliva hasta los Invernales de Cabao, antes de ascender a Sotres. Desde aquí cruzamos el Río Duje por un bello y antiguo puente y tomamos la pista que asciende hacia la Majada de Canero y el Collado de Pandébano, desde un alto tenemos buenas vistas de Sotres, enfrente. Cuando llegamos a Pandébano vemos con sorpresa que la zona del Urriello y sus alrededores están cubiertas por masas de nubes, aunque a veces nos dejan ver el Naranjo desde esta perspectiva muy distinta a la que conocemos.

Tesorero y Cabaña Verónica

Tomamos nuevamente la pista de regreso a Sotres, dejamos las cosas en el hostal donde pasaremos la noche y como aún nos queda mucha tarde por delante, además luce el sol y está muy agradable, tomamos por detrás de Sotres, hacia el monte llamado La Caballar y Los Forcadiellos desde donde podemos tener buenas panorámicas de todo el contorno.

Arenizas y Torrecerredo

Enfrente la mole de Peña Main, más a la izquierda el Collado de Pandébano y por detrás la silueta del Urriello sobresaliendo entre las nieblas. Más a la izquierda Cabeza de las Moñas dando paso a las Vegas de Sotres y ya en Ándara, el Cueto Tejao, todos cubiertos de blanca nieve. A nuestras espaldas y en un hoyo, los Invernales de la Caballar, en un valle muy verde y bonito, en la propia cima donde nos encontramos, a 1.400 mts. hay muchos ejemplares de hayas jóvenes. Una vez realizado el recorrido y habiendo disfrutado de la hermosa tarde, bajamos plácidamente a través de los verdes y húmedos prados, hasta Sotres donde nos espera una opípara cena.

El Naranjo desde Pandébano