LAGO
ENOL – CANTOLIMPÓ
Mayo 1986. En Tordesillas me he encontrado, a primera hora de la tarde, con mi amigo Celestino y ya juntos hemos hecho el viaje con destino Covadonga. A partir del Puerto del Pontón es una zona que no conocíamos, por tanto ha sido toda una hermosa sorpresa, ya habíamos tenido una primera visión del Desfiladero de los Beyos desde el Puerto de Panderruedas y suponíamos que el paraje sería bonito. A pesar de todo, comentamos, solo por bajar por todo el valle del Río Sella, ya había merecido la pena hacer el largo desplazamiento. A veces nos paramos en algún recodo para contemplar el impresionante cañón, sus hermosos hayedos y verticales paredes, además de las bonitas poblaciones de Oseja de Sajambre y Cangas de Onís, total que cuando queremos llegar al hotel del Santuario de Covadonga, donde hemos reservado habitaciones, es de noche.
Muy temprano, aún sin amanecer, pues queremos estar arriba a primera hora, tomamos el coche y ascendemos a los lagos, ya en zonas altas, también vamos parando en varias ocasiones para contemplar el paisaje. Además con la suerte añadida de que será un día espléndido y radiante, incluso demasiado caluroso, de esos que merece la pena estar por aquí arriba, mañana será la otra cara de la moneda. Ningún coche por los alrededores ni alma alguna, solo algunas vacas pastando la verde hierba.
Como es la primera vez que venimos por aquí, hemos de decidir la ruta a seguir, así que desde un alto, al lado del primer lago, vemos un cordal que asciende hacia las cimas más altas que se ven desde este punto, decidido, ese cordal es el que tomaremos. En la Vega del Bricial tomamos a derecho entre bosquetes de hayas y enseguida nos metemos de lleno en las zonas calcáreas con mucha erosión y rápidamente a pisar nieve, que está comenzando a ablandarse con los intensos rayos del sol. Hemos partido de los 1.080 mts. de altura, pero este tipo de roca tiene muchos hoyos, así que hay que subir y bajar constantemente, de tal forma que cuesta mucho trabajo ganar altura. Pasamos por el Robecas, ya a 1.633 mts. de altura, las vistas de las cimas son preciosas, su cara norte está recubierta de hielo que brilla con el sol, es la Torre de Santa María de Enol, imponente.
A medida que entra la mañana y el sol calienta algo más, la nieve se reblandece y es un tormento para dar los pasos, sudamos como cosacos, bebemos todo lo que llevamos en la mochila y nos turnamos en abrir el paso. Al llegar al lago y subir a un alto, hemos tenido una buena perspectiva del Macizo Central, bonitas vistas de Torrecerredo y sus alrededores, el Naranjo sobresaliendo entre el cordal más al norte y la sobrecogedora depresión del Cares. También por nuestra derecha la depresión del Río Dobra impone, es un soberbio corte que desciende hacia su encuentro con el Sella. En un punto de nuestro ascenso, vemos a nuestra derecha, pero muchos metros por debajo, el Refugio de Vega Redonda y la pista de ascenso desde Enol.
Hacia el mediodía, ya exhaustos, llegamos al Cantolimpó a 1.825 mts. de altura, muy cerca del circo donde se inician las escarpadas paredes de la cumbre principal, aquí, en este soberbio anfiteatro, hacemos el almuerzo con mucha calma, pues no seguiremos más arriba. En lugar de retornar por el mismo sitio, decidimos bajar al Rio Resecu, que es un desagüe del circo, aunque a veces lleve algo de agua, casi siempre se filtra y desaparece como es frecuente en este tipo de roca, por tanto, de pronto el valle llega a un hoyo y a subir para continuar bajando, por lo que teóricamente es el cauce del río. Hay grandes simas cercadas para que el ganado no desaparezca por esos agujeros, la verdad, da miedo hasta asomarse.
Una
vez llegamos a las zonas algo más planas y con cubierta vegetal,
pequeños bosquetes de hayas nos permiten caminar un ratito a la
sombra, son una delicia. Llegamos a la Vega de Enol y
en un rústico
bar nos tomamos algo fresco, como aún es muy temprano y parece
que hemos recuperado las fuerzas, subimos a unos picos que están
detrás de dicho bar, son Los Collaos y
el Cueto
las Espineras,
a 1.248 mts de altura, que nos permiten volver a tener buenas
panorámicas
de toda la zona, incluso la parte por donde ascendimos esta mañana,
hasta donde llegamos, el Cantolimpó.
Aquí arriba nos pasamos
un buen rato disfrutando de la hermosa tarde, con una tranquilidad y
placidez que nos quedamos dormidos. Regresamos, en coche, al hotel del
Santuario a pasar la noche y mañana por la mañana bien
temprano, repetiremos el ascenso a los lagos. |