ANETO
Día 3-7-00. Hoy va a ser un día muy emocionante, el proyecto es ascender al Rey del Pirineo, para ello me pego un madrugón. Durante la noche he tenido de compañero a Robert, un maduro inglés con quien he cruzado una breve charla antes de dormir, bueno lo de dormir es mucho decir, calculo que no habrán sido más de tres horas, pero bueno, como siempre lo importante es descansar.
En el albergue están acostumbrados a que los huéspedes madruguen, cuando pregunté a qué hora comenzaban a servir el desayuno, me contestaron que a partir de las 4,30 de la madrugada, por tanto no hubo problema para hacerlo hacia las 5,30. Una vez termino el suculento desayuno, la joven encargada me pregunta si subiré al Aneto, me indica que hace unos diez minutos acaba de subir el autobús, un servicio que permite llegar en pocos minutos hasta La Besurta, final de la pista, ahorrando así los 4 kmts. de distancia.
Por falta de información acerca del servicio de autobús no me queda más remedio que subir andandito, en fin, la próxima vez ya estaré advertido. De todas formas la hora andando me sirve de calentamiento, nunca mejor dicho pues la mañana más bien está templada, luego será otra cosa, también el cielo nublado y viento en las alturas, no son buenos presagios. Está comenzando a amanecer y parece que con la claridad las nubes tienden a desaparecer, al menos unas muy negras sobre la zona.
Algo antes de llegar a La Besurta, que es una zona donde, como digo, termina la pista, hay un kiosko y una parada de madera con asientos para esperar el autobús, una pareja de colegas me lleva algunos metros la delantera. En este punto, a casi 1.900 mts. de altura, hay un indicador que dice, "al Refugio de la Renclusa 40 minutos" y "al Forau dels Aigualluts 40 minutos". Tomo hacia la Renclusa donde llego hacia las 7,30, el refugio está en obras y algunos montañeros se desperezan, otros ya se encuentran ascendiendo hacia el Aneto, aquí doy alcance a los dos colegas que me preceden, resultan ser oriundos de Burriana (Castellón) y algo más jóvenes que yo.
Como quiera que uno de ellos ha subido con anterioridad al Aneto y yo un perfecto ignorante de la zona, pido permiso para ser incorporado al reducido grupo, "no problem". Comenzamos el duro ascenso, en animada charla, a través de fuertes desniveles, primero lajas de granito y después laberintos de roca, medias y grandes, al poco rato comienzan a aparecer grandes neveros, hacia los 2.400 mts. de altura. Vamos ascendiendo por la zona de desagüe del Glaciar de la Maladeta, está separado del glaciar del Aneto por la Cresta de los Portillones.
Por los neveros más altos ascienden dos grupos de montañeros, cuatro o cinco en cada grupo que progresan lentamente debido a la fuerte inclinación. Al tomarnos un pequeño respiro aprovechamos para disfrutar del amplio panorama, ahora especialmente de la zona norte, el cordal que hace de frontera con Francia y los diferentes puertos o pasos, el Valle de Arán y cumbres francesas. Continuamos el ascenso y nos cruzamos con un grupo de 5 montañeros que han pasado la noche en la cumbre del Aneto, dicen que ha hecho un viento muy fuerte y mucho frío, tienen ganas de llegar abajo.
Uno de mis dos compañeros se detiene a ponerse los crampones, dice que le da miedo la fuerte inclinación de los neveros, lo que ocurre es que al ser terreno mixto, más adelante se los tendrá que quitar nuevamente y así de forma constante, tampoco es para tanto, la verdad es que la nieve está blanda y hay huellas, por tanto más bien es "mucho miedo y pocas nueces". El otro compañero y yo continuamos para sacarle una distancia considerable, además al no estar muy acostumbrado a usar los crampones, da la impresión que más bien le causan problemas. Al término del último nevero, en el punto donde los hitos de señalización giran de forma radical hacia la izquierda, el otro compañero decide esperarle pues en este punto le perderíamos de vista, yo continúo hasta la parte más alta de la cresta para tener una visión del otro lado. Para mi sorpresa veo que el Aneto está del otro lado y lógicamente los otros grupos que van delante siguen la huella por la nieve bastante más abajo del cresterío donde me encuentro, por tanto lo lógico es que haya un paso más abajo.
Desciendo por la cresta unos 50 mts. y justo me encuentro con uno de los grupos a punto de cruzar el Portillón Superior que así se llama el paso, no es cosa de volver atrás a darle las indicaciones pertinentes a los de Burriana, además si uno de ellos ya ha hecho el camino, de sobra estará al tanto y si no que apliquen la lógica. Al iniciarse el cruce del glaciar, el grupo decide calzarse los crampones, tampoco es para tanto, no hay casi inclinación, la huella está bien pisada y la nieve blandita, yo sigo adelante sin problemas. Puedo ver perfectamente las huellas en los últimos 100 mts. de la parte más inclinada antes de llegar a la cumbre del Aneto y otro grupo de unos 4 montañeros iniciando el último tramo, otro grupo está a medio camino. Las inclinaciones no son muy fuertes, nada que ver con las canales de ascenso del Circo de Gredos, aquí en caso de caída veo muy difícil el resbalar pues hay una capa de nieve blanda de por lo menos 10 cms.
Solamente hay un punto donde el hielo del glaciar está a la vista, serán unos 20 mts. y casualmente las huellas pasan por el medio, así que algunos lo bordean por arriba, otros lo cruzan, etc. de tal forma que hay un pequeño caos, eso sí con el avance del día y cuanta más gente pasa más al descubierto está el hielo y más peligroso, aquí la gente se pone muy nerviosa. Alcanzo a otro grupo de jóvenes de Bilbao, uno de ellos se viene conmigo, los otros están escasos de fuerzas, otro tirón y alcanzamos el Collado de Coronas, donde otro grupo de unos 6 montañeros recuperan fuerzas para atacar el último e inclinado tramo. Nos asomamos al collado, hay un gran hoyo relleno de hielo y nieve, vemos las escarpadas e impresionantes paredes de la cara sur del Aneto, nos quedamos sin respiración. Y ahora, con mucha determinación pues tenemos ganas de llegar, iniciamos la última y más inclinada parte del ascenso. A las 11 en punto llegamos a la cima, mejor dicho, la antecima, pues la decisión de cruzar el Paso de Mahoma no la toma todo el que llega. El famoso paso que enlaza con el pico es de unos 10-15 mts. sumamente estrecho y a ambos lados verticales paredes de cientos de mts., desde luego no se puede mirar mientras haciendo el paso, este ha de ser tranquilo y bien asegurado con las manos, a veces montado a caballo en alguna de las rocas, como para ponerse de pié, además el fuerte viento te desequilibra con facilidad, por supuesto no se puede uno cruzar con nadie, no da para dos personas.
Ha
sido una travesía invernal, guantes, pasamontañas,
anorak y el piolet en la mano. La cumbre está coronada por una
gran cruz de aluminio, hay un hito indicador de vértice geodésico
y el espectáculo que se divisa es difícil de describir.
La vista puede llegar a distancias superiores a los 150 kmts. a través
de una inmensidad de cumbres, algunas de ellas con la silueta característica
como el Montardo, Pica d´Estats, Monte
Perdido, Cotiella, cumbres
del lado francés que no conozco pero superiores a los 3.000 mts.,
etc. Mirando hacia abajo, al norte, destaca el Glaciar de Barrancs,
que al tener poca nieve sobre su capa superior ha quedado
casi al descubierto ese color avejentado del hielo
y con muchas
grietas. A pesar de que
el
día ha mejorado considerablemente, de las zonas sur ascienden
nubes que cada vez son mas compactas, por tanto decido no tardar mucho
en iniciar el descenso, eso sí, antes hay que recuperar fuerzas.
El joven de Bilbao que me ha acompañado me dice que si no llega
a ser por mí no hubiera llegado y menos de hacer el Paso
de Mahoma,
también he de añadir que mis grados de valentía
crecen mucho cuando voy acompañado, de haber estado solo dudo
mucho que me hubiera atrevido a cruzar el Paso de Mahoma.
En la cumbre nos juntamos unos 12-14, así que al término del ligero
almuerzo y ya temblando de frío, siendo las 12, decido iniciar
el descenso, lo mismo que la mitad de los presentes. Como se nota cierto
miedo en el inicio del descenso, tomo la iniciativa y la verdad que patinando
se baja muy deprisa, otras veces con un paso das tres, por tanto cuando
me doy cuenta estoy en la mitad del glaciar, en pocos minutos. Miro hacia
la cumbre del Aneto y con sorpresa
veo que está cubierta por las
nieblas, ahora todo el mundo a correr. Antes de terminar el cruce del
glaciar alcanzo a dos muy maduros montañeros catalanes, probablemente
de 75 años, han estado en las Maladetas y
bajan tan campantes. Al poco rato veo venir de frente
a los dos compañeros de Burriana,
me cuentan que se perdieron y finalmente terminaron
cruzando el Glaciar
de la Maladeta, venían muy contrariados, ya no podrán llegar
al Aneto, no solo por la niebla sino
por sus disminuidas fuerzas. En el Portillón Superior decido
cambiar de ruta en la bajada, descenderé al
Portillón Inferior y a través de una inclinada canal pedregosa
bajo a las pedreras ya a unos 2.500 mts. de altura. Compruebo que este
descenso es mucho más rápido que por la zona donde ascendimos
por la mañana, a los dos abuelos catalanes los he dejado 300 mts.
más arriba y otros 3 maños de Zaragoza que
iniciaron el descenso del Aneto casi
una hora antes que yo, también les he
sacado buena distancia. A las 2 llego al Refugio de la Renclusa,
he de afirmar que he hecho el descenso con toda la
calma del mundo, parándome
con todo el que me he encontrado, haciendo fotos y disfrutando del panorama.
Me paro a la sombra de un abeto a comer y beber, tengo ganas de hacer
un relajado paréntesis, ahora hace calor, aunque de vez en cuando
se vuelve a nublar. |