RABANAL DEL CAMINO – VILLAFRANCA DEL BIERZO Kmts. 50

Día 21-9-94. Salgo de Rabanal a las 7 de la mañana, después de un buen desayuno, preparado por el matrimonio sueco que regenta el Refugio. Es una mañana muy desagradable, está todo muy oscuro y hace mucho frío, durante 45 minutos he tenido que ayudarme con la linterna, no se veía nada, hay una intensa niebla. Algo más adelante, cruzando Foncebadón, comenzó a llover y según llegaba a la cumbre del monte Irago, era agua-nieve, realmente infernal.

El Acebo

Hasta la bajada a El Acebo no ha dejado de llover, tenía pensado cruzar el valle de Compludo y por una pista llegarme hasta Peñalba de Santiago, pero tal y como está el tiempo es imposible, lo dejaré para otra ocasión. En Molinaseca salió el sol y se puso más agradable el día, aunque a ratos algún chubasco caía, pero ya la temperatura más agradable. He comido uvas y moras a discreción, cosa que luego pagaría, las uvas mantienen una capa de sulfato que me ha hecho algo de daño al estómago, pero estaban tan ricas que no podía resistirme. He cruzado Ponferrada y llegando a Camponaraya, en un bar, he comido de mochila, luego me he desviado por una pista a la izquierda para visitar el Monasterio de Carracedo. El rodeo mereció la pena, está muy restaurado, pero mantiene algunas zonas románicas muy bonitas, también el emplazamiento, en un valle muy verde y rodeado de árboles y vegetación.

Ponferrada-Castillo de Templarios

Continúo, ahora por carretera, hasta Cacabelos y a continuación a Villafranca del Bierzo, donde me encuentro con José y las dos chicas del autobús de Madrid. Me acerqué al Albergue que regenta la familia Jato, estuve charlando con la señora un buen rato, la verdad el Albergue es un poco cutre, me he vuelto a hospedar en Casa Mendez, un hostal muy nuevo y bien acondicionado, necesito dormir toda la noche, el cansancio comienza a pesas, además necesito asearme con tranquilidad. Ayer no dormiría más de dos horas en Rabanal. Esta tarde pude ver a lo lejos, antes de llegar a Villafranca, las Médulas con sus montes rojizos iluminados por el sol del atardecer, tendré que hacer una visita a propósito. El grupo de ciclistas que anoche estaban en Rabanal y que han llegado aquí a Villafranca, se sorprenden de verme llegar, no se pueden creer que haga los mismos kilómetros que ellos en bicicleta. He estado charlando también con Ricardo, un joven peregrino de Madrid, con quién pasaré una parte de las siguientes etapas.