STO.
DOMINGO DE LA CALZADA – SAN JUAN DE ORTEGA
Kmts. 45
Día 16-6-94. A las 7 de la mañana, salimos, Juan (de San Sebastian) y el matrimonio de Bilbao, ella, Isabel (con una leve cojera, secuela de la poliomielitis), en llano camina bastante bien, pero el problema lo tiene al subir o bajar. Voy a un bar de la carretera a tomarme un desayuno, les digo que sigan si quieren, ya les alcanzaré algo más tarde. En Grañón les doy alcance, el matrimonio se queda aquí, seguirán más despacio, Juan y yo continuamos adelante. En Redecilla nos paramos a visitar la pila bautismal románica que nos enseña el párroco del pueblo, hermosa reliquia. Algo más adelante, en el Restaurante El León, hacemos una parada, son las 10,30, buena morcilla acompañada de buen vino. Julio, el dueño nos comenta la visita de ayer de la Maclein, se paró a comer aquí, por supuesto la invitó cortesmente, como quedó muy satisfecha, volvió a cenar por la noche, nos enseña el libro con su autógrafo y el periódico de hoy de Burgos, con la foto saliendo del restaurante, buena propaganda y gratis.
Los periodistas, según nos dice, estaban apostados con los teleobjetivos al acecho, la verdad, la tienen acosada, ella no se corta, les tira hasta piedras, los insulta, pero nada que hacer. Llegamos a Belorado y nos encontramos con Pepe, el inválido sevillano, que bajando el Puerto de Pajares en la silla de ruedas, la Guardia Civil le multó por exceso de velocidad, la noticia salió en los periódicos hace algunos meses. Nos dice Pepe, que cuando venía de Palma de Mallorca en el barco, los reyes le recibieron cariñosamente en el puerto de Barcelona. No tiene casa ni familia, se quedará 8 días a cargo del Albergue, aquí en Belorado. Bastantes meses más tarde me lo encontraría en Madrid y tuve ocasión de charlar de nuevo con el, la gran ciudad es un territorio agresivo y peligroso para su situación de invalidez. En Tosantos nos paramos a comer a la sombra de un gran castaño, donde hasta nos dormimos una pequeña siesta sobre unos bancos, algo duro pero agradable. Reiniciamos la marcha hacia las 4, la tarde es bastante calurosa, en Villafranca de Montes de Oca hacemos una breve parada a la sombra y en amena charla con unos paisanos. En plenos Montes de Oca, se conforma una fuerte tormenta a lo lejos y que poco a poco se nos va acercando, apretamos el paso, pero no hay manera, llegando al Monasterio de San Juan de Ortega comienzan a caer unas enormes gotas, entre rayos y truenos, nos salvamos por los pelos. Después de una ducha de agua fría y tomar aposento en el Albergue, asistimos a la misa junto a otros 6 peregrinos, entre ellos Margarita, la ciclista belga, son las 8 de la tarde. El padre José María nos invita a cenar, cuando bajamos estaban sentados todos a la mesa, incluida la Maclein y sus dos acompañantes.
Ella
con su habitual pamela de interiores, tiene otra más grande
para el camino, como he bajado la cámara de fotos con el flash,
me mira mosqueada, no me extraña con la fobia que le tiene a los
periodistas. Me siento al lado de Margarita y Juan,
ella está al
lado de Margarita y como hablamos en inglés, interviene algo en
la conversación, me pregunta como camino tanto, cuanto peso llevo
a la espalda, etc. sin más trascendencia, no quiero ser entrometido
y curioso. Después de la charla y luego de haber dado cuenta de
las sopas de ajo y los huevos fritos que nos preparó José María,
cena que la Maclein devoró con verdadero apetito y sin remilgos,
le pido permiso para hacer alguna foto, dando su permiso, así que
en ese momento aparecieron las cámaras de los demás comensales,
ella se sentía confiada. José María nos
ameniza con sus chistes, alguno un poco verde, pero divertidos. Al
terminar la
cena, recogemos todo, barrer, fregar, etc. la Maclein colabora
de buena gana como una más del grupo. Luego me diría José María que
no le gustó nada que no asistiera a la misa de la tarde, ella
llamó un taxi y se fueron a Burgos a pasar
la tarde, luego volvieron a cenar y dormir aquí. He de reconocer que me ha sorprendido la
Maclein por su humildad, supongo que está cambiando a medida que
adelanta en el camino, pues las referencias anteriores no daban buena
opinión de ella. En un aparte, al final de la cena, tuve ocasión
de charlar un rato con la mujer brasileña que la acompaña,
es su psicóloga, es quién le ha recomendado que haga el
Camino, como una cura para su bajo estado de ánimo y estrés,
me dice que realmente la está cambiando mucho, positivamente.
A las 11, en una noche fresca y húmeda terminamos todos rendidos. |