GATA – SAN
MARTIN DE TREVEJO Km 35,6
Día 11-03-07. La señora de la casa rural que me ha de preparar el desayuno, se presenta puntual a las 7h45m, así que a las 8 estoy dando cuenta de ese desayuno en un suspiro, además bien descansado y más fresco que una lechuga, como siempre, por la tarde será otra cosa bien diferente, aunque en esta ocasión llegaré a San Martín de Trevejo, bastante “entero”.
Al salir a la calle, preparado para una temperatura fresquita, me sorprende que hasta sea agradable y dentro de poco rato, cuando el sol comience a caerme encima, deba quedarme de verano todo el día, a pesar de todo hoy no será tan caluroso como ayer. Comienzo el itinerario a las 8h30m en punto descendiendo por un caminito empedrado al lado del desagüe a cielo abierto de las aguas negras del pueblo para luego desembocar directamente en el río, una vergüenza y malísima imagen para el bonito pueblo de Gata. Vuelvo a comprobar la magnífica balización del GR10.5 por toda la Sierra de Gata, enhorabuena al Colectivo Adisgata por el esfuerzo y magnífica labor desarrollada, qué lástima que en el tramo Hurdano y Tierras de Granadilla no se haya hecho lo mismo. Aunque habría que hacer una pequeña crítica, no existe mención a distancias ni a tiempos en los carteles, paneles o mojones, algo que es realmente importante para el senderista.
Después de cruzar Villasbuenas de Gata tomo una carretera que al cabo de un par de km, al llegar a la Rivera de Gata, termina en un gran puente que se está construyendo, supongo para el reculaje de las aguas del pantano río abajo que seguro ampliará su capacidad. La cuestión es que el puente está en construcción y aún no tiene el firme, así que he de pisar sobre la ferralla que ponen antes del encofrado, haciendo equilibrios consigo llegar al otro extremo pues no hubiera sido posible intentar vadear el caudaloso río. Cuando estoy del otro lado charlando con un conductor que ha llegado con su furgoneta y naturalmente no puede cruzar, aparecen tres senderistas que seguían mis pasos desde Gata. Enseguida nos hacemos colegas, pues Lucas, Francisco y Pedro siguen mi mismo itinerario hasta Hoyos. Han llegado en coche hasta Gata y han salido pocos minutos detrás de mí, luego en Hoyos les irá a buscar un taxi. Mientras tanto, acostumbrado a estar en solitario, con esta compañía me desquitaré y les aburriré soberanamente con mis batallitas. Seguimos por un camino que nos lleva hasta Perales del Puerto donde nos tomamos una cerveza sentados en la sombra de la terraza del bar en la carretera que sube al Puerto de Perales. Retomamos el GR10.5 camino de Hoyos ya con un calor de justicia, el sol es fuerte y Hoyos está al alcance de nuestra mano pero antes hemos de pasar por alguna calleja embarrada y arribar al pueblo sobre la 1h30m. Mientras mis nuevos amigos esperan la llegada del taxi, nos ubicamos en las escaleras de la iglesia, a la buena sombra tomándonos una cerveza y buenos tacos de chorizo de las Vegas de Coria, la espera se hace más llevadera. Poco después de las 2 me despido de mis amigos y tomo de nuevo la senda hacia el pueblo de Acebo que no visitaré pues el GR10.5 se eleva bastante por la ladera de la montaña y Acebo va quedando bastante abajo, un camino que sale a la derecha en descenso, permite llegar al pueblo si se quiere visitar.
Un camino me va elevando suavemente hacia las estribaciones del Jálama, en una curva veo, delante a unos 50 metros, una persona acostada a lo largo en medio del camino, le hago una fotografía, no se llega ni a mover, me acerco más, otra foto y nada, inmóvil el tío, ya a dos metros toso para hacerme notar y el personaje, finalmente, se incorpora, me dice que tienen las cabras arriba y que ahora bajarán, así hasta yo hago de pastor.
Sigo la interminable pista de tierra durante más de una hora para ascender al collado que se halla a 1.000 m de altura. En un pequeño arroyo, a la sombra, hago una breve parada y llenar la cantimplora pues aunque el desnivel no es muy fuerte, el ascenso es constante y pesado, además la temperatura sigue siendo alta. Pasadas las 4 de la tarde arrobo al collado desde donde contemplo el otro lado, Valle de Jálama, San Martín de Trevejo en el fondo del valle, en la distancia la Sierra de la Estrella ya en tierras lusas y aquí algo más cerca Valverde del Fresno también extendido en una planicie verde. Inicio el descenso por un camino entre robles y de pronto aparece, en un alto a mi derecha, un bonito chozo redondo de piedra incluso el techo también empedrado, muy bien construido y conservado, no me lo pienso, subo a verlo. Perfectamente limpio y pulcro su interior, dispuesto para ser usado en caso de emergencia. Luego me dirán en el pueblo que hay varios en los alrededores de la misma factura. Desciendo hasta cruzar la carretera y por un estrecho sendero habo hacia los huertos cultivados para finalmente contactar con un bonito camino empedrado, a la sombra de unos árboles un matrimonio mayor descansan del esfuerzo en subir, me enrollo haciendo miles de preguntas que amablemente me contestan.
Sobre las 5h30m entro en San Martín de Trevejo sorprendiéndome los rótulos de las calles, están escritos en un dialecto desconocido y en castellano. Otra cuestión que me llevará horas averiguar, igual que el origen de los habitantes de este hermoso y remoto pueblo del sur de la Sierra de Gata ya cerca del vecino Portugal. Tomo habitación en el único lugar posible, “Casa Rural Antolina” (www.casa-antolina.com), una preciosa casa ambientada en el estilo tradicional, con todas las comodidades posibles, aunque el precio me parece algo más caro de lo que estoy acostumbrado, pero como decía, no hay otra alternativa posible. Datos del GPS: Distancia recorrida 35,6 km. Tiempo en movimiento 7h18m. Tiempo detenido 1h44m. Tiempo total empleado 9h02m. Media total 3,9 k/h.
A FALA DE XÁLIMA Expulsados los musulmanes de estas tierras extremeñas, la repoblación se realizó, como en otras zonas, con colonos venidos de Galicia, Asturias, Castilla, León, incluso Francos en algún caso, a partir del siglo XIII. En el caso concreto del Valle de Jálama, un lugar casi incomunicado y remoto, lo fue con gentes de origen gallego que se ubicaron en San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde. Es habitual que en estas situaciones de casi aislamiento, los grupos de colonos, comunidades, clanes o tribus de la época, tuvieran costumbres endogámicas, es decir mantenimiento de los hábitos, tradiciones, dialectos, emparejamiento regenerativo entre los mismos miembros, etc. etc. Probablemente la cercanía de la frontera portuguesa, con cuyos habitantes ha debido haber una relación comercial muy estrecha, haya ayudado al mantenimiento de la Fala o dialecto galaico-luso debido a la enorme similitud de las dos lenguas. Aunque también el castellano ha debido transformar o derivar algunos términos con el paso del tiempo. En la actualidad se hablan tres variantes de la Fala, el Valverdeiru (Valverde del Fresno), Mañegu (San Martín de Trevejo) y Lagarteiru (Eljas). Entre ellos, según me cuentan, se entienden perfectamente aunque haya algunas diferencias notables. Se les nota orgullosos de hablar su dialecto entre ellos aunque el castellano es hablado con los forasteros igualmente. He podido comprender las más elementales conversaciones entre ellos aunque en alguna ocasión, de hablar con cierta rapidez, se me ha escapado parte de lo dicho.
La nuevas vías de comunicación han permitido a estos pueblos crecer en población y recursos, pero el turismo será su principal fuente de ingresos, sobre todo por la eliminación de los pasos fronterizos o más bien su apertura total, lo que añadirá nueva vitalidad de la que tan necesitados estaban pues la emigración de los años 50/60 debió diezmar la población que ahora está recuperada con creces, sobre todo en verano cuando los propios habitantes emigrados o sus hijos y nietos, retornan a su terruño y raíces.
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