PLAYA DE PUÇOL - SERRA Kmts. 28 Día 20-04-01. Hasta Valencia he venido en el tren rápido desde Madrid en 3,30 horas, un servicio confortable y agradable, en la misma estación de Renfe y a los pocos minutos un tren de cercanías me ha dejado en Puçol hacia las 11,15 de la mañana. En el viaje ha llovido con cierta intensidad y los últimos días también han sido bastante lluviosos, así que la gente está muy satisfecha, los campos se han embarrado y hay mucha humedad, por tanto muy bueno para los cultivos.
Para mi suerte los próximos días no lloverá, eso sí, hoy la temperatura será excelente para caminar, mas bien fresquita, soplando constantemente una ligera brisa que en las cumbres será mas bien fría, no creo que se superen los 20 grados en ningún momento del día. Desde la estación de F.C. he bajado hasta la playa, que está a unos 3 kmts., pero antes el dueño de un horno y panadería me ha permitido dejar la pesada mochila para no ir tan cargado, al regreso la recogería, así que en la playa he hecho un par de fotos, he respirado el yodo del mar en la soledad de la playa y a continuación retorno nuevamente a Puçol para iniciar este tramo del GR10.
Cruzo todo el pueblo que es bastante largo y salgo hacia el Monte Picaio hacia la una del mediodía. Bordeo dicho monte y una urbanización que hay en sus faldas, para pasar al lado del Hotel donde hace algunos años Anaya celebró una cena de despedida en una convención que celebramos en Valencia. A continuación tomo por una rambla y al pasar al lado de varios nísperos cargados del amarillo fruto bien maduro y con aspecto de abandono, tomo buenos puñados de ellos y los voy saboreando según camino durante un buen trayecto. En las Penyes de Guaita, que tienen un fuerte cortado en la parte más alta, a unos 400 mts. de altura, he de hacer una fuerte trepada para ganar el Pas dels Borregs y desde aquí dominar un amplio panorama.
Un largo tramo de costa entre Castellón y Valencia, hacia el interior, al oeste la imponente Serra del Garbí y la solitaria Mola de Segart, todo el conjunto denominado la Calderona. También destaca, abajo en la ladera el Monasterio de Sant Espirit, mi destino inmediato incluyendo la pérdida de la senda en una pista que están arreglando unas máquinas. Cuando me doy cuenta de que estoy perdido, tomo a derecho hacia una colonia de chalets que hay antes del Monasterio, así hice un corte que luego me costaría caro. Llego a los alrededores del Monasterio donde hay grandes espacios con bancos, parrillas y por supuesto mucha basura, debe ser un lugar muy frecuentado, ahora hay varias zonas con gente joven acampada, con el coche al lado, faltaría más.
Como siempre mucho ruido y jolgorio, así que salgo pitando cuanto antes del lugar. En una pista tomo contacto con las señales del GR nuevamente, las sigo durante un buen rato hasta que me doy cuenta de que voy en dirección contraria, así que vuelta de nuevo a regresar al Monasterio. Son ahora las 3 y de no ser por lo desagradable del lugar, en una fuente no pude ni acercarme a beber, apestaba de forma intensa, me refiero donde caía el agua, todo putrefacto, así que abandono el lugar a toda prisa. Hay un fortísimo ascenso al Pico del Águila a través de una agradable senda entre matorrales floridos perfectamente trazada, muy pisada y bien señalizada.
Me voy acercando a la Mola de Segart para bordearla por su cara norte y entre un bonito bosque de pino desciendo a través de su agradable sombra, incluso el abundante chorro de rica agua en una fuente me ofrece su refrescante líquido. Tengo la perspectiva, abajo, del pequeño pueblo de Segart, perteneciente a la comarca del Camp de Morvedre, protegido por las escarpadas paredes del Garbí. La Mola está a casi los 600 mts. de altura y casi a esa misma altura llego en algunos puntos durante la tarde. Cruzo Segart sin ver a nadie por las calles y tomo la ruta menos complicada, la otra sube por la Canal del Garbí y según dice la guía está equipada con cadenas, así que como no estoy para hacer numeritos con la pesada mochila a cuestas, tomo la vía normal, que también tiene sus dificultades. Voy ascendiendo por un caminito en muchos zigzags y que al final termina en una inclinada pedrera donde he de subir casi trepando y realizando un gran esfuerzo, supongo que el descenso por el mismo sitio tendrá aún más dificultades y habrá que hacerlo con sumo cuidado.
Una vez en el Plá piso una pequeña culebra que casi no se movía y parecía un palo, supongo que se asustaría más que yo, no me pareció que fuera una víbora. Estoy sorprendido de ver tanta vegetación y me parece increíble que la Calderona se haya salvado de la lacra de arrasadores incendios. En la Fuente de Barraix, siendo las 5 de la tarde hago una pequeña parada, un matrimonio llena un montón de bidones que cargan en el coche, dicen que el agua es muy buena. Comienzo el agradable descenso por el Barranc de l´Ombría y algo más abajo distingo en el valle el pueblo de Serra. A pesar de traer la tienda de campaña y el saco, decido dormir en cama y como la guía dice que en Serra hay alojamiento, bueno pues de eso nada, ni hostal, pensión, hotel, por no haber no hay ni taxi. Son las 6,30 y en un bar me recomiendan bajar a otro pueblo más grande, Náquera, donde según parece puede haber hospedaje.
Tomo un autobús que me baja los 3 kmts. y sorpresa, tampoco hay donde dormir, me dicen que tendré que bajar a Bétera a unos 7 kmts. Otro autobús y a buscar hospedaje en Bétera, dos modestas pensiones es todo lo que encuentro, así que a las 9 estoy en la habitación intentando, por teléfono, localizar un taxi para que mañana muy temprano me suba de nuevo a Serra y continuar mi itinerario. Una vez había decidido bajar a Serra a pasar la noche y habiéndose hecho tan tarde, no tenía otra opción a pesar de tener la tienda y el saco, de haber intuido los problemas que tendría, desde la Font de l´Ombría habría continuado por la derivación hacia el Refugio Penyafort o Tristán, donde la guía indica hay varias zonas de acampada, pues el refugio está cerrado, pero los 10 kmts. que me faltaban para llegar ya eran muchos para las 7 de la tarde, no podía hacer otra cosa. Cuando a las 10,30 me acuesto, comienzo a escuchar un ruido de discoteca, al principio suave y de fondo, pero poco a poco aquello subió de volumen y se podía oír el “tun tun tun” machacón, como un martillo dándome en la cabeza.
A las 12 tomo el teléfono y llamo al bar, que está a dos manzanas, le pregunto al dueño si no tienen otra habitación donde no se oiga el infernal ruido, me dice que podría ser la habitación nº 2 que está algo más alejada, pero tengo que ir al bar a recoger la llave. Ni corto ni perezoso me levanto y voy al bar a buscar la llave de la otra habitación, resulta que es peor, así que armado de paciencia regreso a la habitación original dispuesto a soportar todo el tormento que sea menester. Hacia las 4 de la mañana se terminó el festejo, aún pude dormir a ratos. Resulta que cuando me levanto veo que en los bajos de la casa estaba la discoteca, cuando llegué no me di cuenta y claro, viernes noche fiesta segura. Verano
2004. Con mucha tristeza he contemplado las imágenes de la TV donde
parte de estas hermosas zonas boscosas han desaparecido víctimas
de la desaprensión humana, un terrible incendio a acabado con una
importante área de la Calderona. Pasarán muchos años para que volvamos
a contemplar el bosque como yo lo ví. |