VALTABLADO DEL RÍO - LAS INVIERNAS Kmts. 42 Día 1-5-97. De nuevo Alberto me ha acercado, en su coche, hasta Valtablado del Río para continuar el GR 10, durante otro par de días, aprovechando el puente del 1º de Mayo. A las 8,30 de la mañana llegamos al Puente sobre el río Tajo, poco antes de llegar a Valtablado, Alberto me acompaña durante unos 500 mts., me dá la impresión de que se vendría gustoso conmigo, claro que cuando recuerde la caminata desde Candelario hasta la Peña de Francia el pasado verano, tardando varios días en recuperarse, supongo se le quitarían las ganas de venir.
Se presenta un hermoso y soleado día, incluso con calor. A pesar de ser puente de 4 días, no sentiré el agobio de la gente como en Semana Santa en las Hoces del Tajo, al contrario, no me encontraré con casi nadie por la Alcárria. El comienzo del GR es a través de una pista, que durante un par de Kmts., sigue paralela al cauce del Tajo para, en este punto, abandonarlo definitivamente, solamente lo volveré a ver desde lejos, durante la mañana, cuando llegue a algún collado y tenga alguna perspectiva de sus alrededores. Por la tarde, una vez cruzado Cifuentes, pasaré a la cuenca del río Tajuña y al día siguiente a la del Henares.
Después de una hora de camino, la pista me lleva hasta un alto desde donde tengo una bonita vista de un recoleto valle, donde se asienta el pueblecito de Oter. El valle, muy verde, al cual solo se accede por una carretera que termina en el propio pueblo, por tanto no es lugar de paso, está rodeado por unos montes de sobre los 1.000 mts. de altura y el pequeño pueblo en el centro, es una imagen muy bucólica y relajada. Cuando voy entrando en el pueblo, un matrimonio mayor, que se dirige a la huerta, comienzan a hacerme preguntas, de donde vengo, adonde voy, etc. La señora me pide disculpas por ser tan curiosa, es lógico en un lugar tan aislado, el paso de cualquier forastero es un acontecimiento. No creo que vivan más de 20 personas.
La senda arranca al lado de la vieja iglesia, me llevará hasta Carrascosa de Tajo, es una senda que al principio está muy bien hecha, con lajas bien colocadas en las rocas, más adelante se va perdiendo entre la maleza por falta de uso. Supongo que antiguamente debió ser casi la única salida y comunicación con el exterior de Oter. De todas formas me ha encantado el caminito, con extraordinarias vistas sobre el Barranco de la Hoz de Oter y luego, desde un alto, las Tetas de Viana, dos cerros gemelos, sobresaliendo hacia el Sur-Oeste, también las dos enormes torres de refrigeración de la Central Nuclear de Trillo, despidiendo las clásicas nubes de vapor.
La vista de las torres sobrecoge, no solo por su dimensión, en una zona muy deshabitada, sino por el temor que supone una catástrofe nuclear. Durante un buen rato no logro quitar de mi mente semejante Apocalipsis. Me comentan, los pocos habitantes de los pueblos, que se han construido varias carreteras para que la gente, en caso de desastre nuclear, pueda abandonar la zona urgentemente. Supongo que vivir con ése peligro permanente, debe provocar una sensación de estrés constante. Hay muchas colmenas llenas de abejas, como ahora es plena primavera, el tomillo, romero y todas las plantas de cuyas flores liban las abejas, explotan de colores y olores. Desde Carrascosa, durante unos 6 kmts., camino por una nueva carretera entre pinos, hasta Huetos, pequeño pueblo en otro valle paralelo. Huetos está algo más animado, quizá por estar más cerca de Cifuentes, en la plaza hay un bar, así que me tomo un par de cervezas a la sombra de un gran árbol, enseguida varios vecinos curiosos se arremolinan curioseando acerca de mis aventuras.
Uno de ellos se ofrece, amablemente, a darme algo de pan para el almuerzo, no lo he podido comprar antes, no lo he encontrado en ningún sitio, por lo visto viene una furgoneta a repartirlo y cada uno compra lo que necesita. Hacia la 1 me despido de mis amigos y tomo de nuevo la senda por el viejo camino a Ruguilla, que al comienzo pasa al lado de un gigantesco olmo, está ubicado en una zona muy húmeda al lado de un arroyo y con varias huertas. He de insistir en que la señalización del GR por ésta zona es muy deficiente. Un paisano me indica por donde se dirige dicho camino, hacia un pino que hay en un alto del monte a lo lejos, gracias a dicha indicación pude orientarme. En una especie de pradera pierdo contacto con las indicaciones, así que tiré campo a través, hacia el destacado pino en lo alto de la loma, pero encontrando grandes dificultades, altos matorrales, aulagas y otros matojos con enormes pinchos, carrascas, etc., que me hicieron muy penoso el ascenso. Ya en lo alto divisé el otro valle, también muy verde, con muchos nogales y el pueblo de Ruguilla entre chopos al lado del cerramiento del valle.
A las dos, antes de entrar en el pueblo, hago la parada reglamentaria para comer, a la sombra de una enorme noguera. Placentero descanso, relajado y refrescante, amenizado por el cante de los pajarillos y grillos y el murmullo del viento sobre los altos chopos. Cruzo Ruguilla sin ver a nadie, supongo que los pocos vecinos estarán comiendo, hace bastante calor. Tomo el camino hacia Cifuentes hasta el alto donde está la Fuente del Chorrillo con alrededores verdes y refrescantes, hago acopio del vital líquido. Antes de entrar en Cifuentes paso por una enorme urbanización, con muy pocos chalets, supongo que la cercana Central Nuclear no atraerá a los posibles compradores, la urbanización tiene aspecto ruinoso. Son las 4, ahora cruzo Cifuentes (Cien fuentes, dicen ser el origen de su nombre), paso al lado de enormes y viejos olmos en la entrada, al lado del río, viejo Castillo en restauración, típica plaza castellana y la iglesia en todo lo alto, con una portada románica muy austera, según el estilo alcarreño. Abandono Cifuentes a través de una pista hacia Moranchel. Antes de bajar hacia la cuenca del Tajuña, miro hacia atrás para tener la última visión de las Tetas de Viana y las torres de la Central Nuclear. Toda esta zona está cultivada, es bastante más plana que la que abandono, por tanto todos los alrededores están muy verdes, muy gratifícante para la vista.
Cruzo el Tajuña,
que baja con el agua limpia y transparente, más abajo será otra
cosa. Continúo por una carretera nueva hacia Las Inviernas,
el punto de abandono de dicha carretera, para seguir por la senda,
no está marcado,
la guía que llevo está publicada en el año 1.988,
la carretera fue construida con posterioridad, también el Pantano
de la Tejera lo fue posteriormente, decido seguir
por dicha carretera. Ésta
continúa subiendo por un bonito y solitario valle lleno de choperas
al lado del arroyo y con verdes praderas, de tal forma que se hace
muy agradable la caminata, además casi no pasan coches. A la
entrada de Las Inviernas me enrollo con
un matrimonio a la puerta de su nueva casa.
Abandono el pequeño pueblo de Las Inviernas y
continúo
por la carretera, hacia las 8, en una planicie entre una carrasquera
muy abierta,
con hierba en el medio, decido montar la tienda para pasar la noche.
Es un buen lugar, a unos 50 mts. de la carretera, pasan muy pocos coches
así que
muy tranquilo. A las 9, después de comer un bocadillo, ya poniéndose
el sol, me meto en el saco y a descansar. Al principio hace calor,
he de abrir los respiraderos de la tienda, pero de madrugada la temperatura
baja
muchos grados, he de cerrar las ventanas, seguramente a llegado a 5 grados. |