ROBLEDO
DE CHAVELA – SAN MARTIN DE VALDEIGLESIAS
Kmts. 32
Día 27-10-98. He llegado a la estación de Robledo en el tren de cercanías que ha salido de Madrid poco después de las 7 de la mañana. Como la estación está separada del pueblo por unos 2 kmts. además en la ladera del monte y bastante más alta que donde se ubica Robledo, he tenido ocasión de bajar disfrutando de las excelentes perspectivas que me ofrecía la mayor altura.
Robledo se ubica en un valle que se inicia, por el norte, en el Puerto de la Cruz Verde, es bastante estrecho y está flanqueado por oriente por la Sierra de Almenara, con una altura máxima de 1.262 mts. Es un valle muy acogedor y tranquilo, hay muchas casas de veraneo y se respira una cierta quietud, la distancia con Madrid se salva, en el tren, en poco más de una hora. Es una hermosa mañana otoñal muy soleada, hay rocío en la hierba y plantas, es una verdadera delicia estar en el campo, los álamos y chopos han adquirido la tonalidad amarilla destacando con los rayos del sol, sobre todo al amanecer y atardecer.
Bajo rápidamente hacia Robledo a través de un camino que va cruzando la carretera, me paro en una panadería a comprar algún dulce casero para el almuerzo y a las 9,30 abandono el pueblo en dirección sur a través del camino que lleva a la Ermita de Navahonda. Al principio el camino es apto para el tránsito de automóviles, hay varias granjas y alguna finca residencial, pero al cabo de un par de kmts. se convierte en camino empedrado que va ascendiendo por la ladera de la Sierra de Almenara, alcanzar un collado y pasar a la otra vertiente hacia el este.
Me cruzo con un matrimonio que busca setas y algo más adelante unos paisanos atienden el ganado de un prado. A medida que voy tomando altura tengo la perspectiva del conjunto del valle, sus prados, laderas de robles y pino, luego la vista abarca distancias mucho mayores, la Sierra del Zapatero, Paramera, estribaciones orientales de Gredos, depresión del río Alberche, etc. Llego al collado y doy vista a una amplia zona bastante llana donde destacan unas altas torretas que supongo pertenecen al trasvase del embalse de Picadas. Ahora el camino comienza a descender suavemente hacia la Ermita de Navahonda, antes de llegar hay, a la derecha del camino, un curioso monumento religioso, una especie de bunker con una cruz en el techo, dentro la imagen de una santa en un cuadro pequeño colgado en la pared y cerrada la entrada con una verja de hierro.
Según he leído, se trata del Humilladero, existe una leyenda sobre el traslado de la imagen de la Virgen de Navahonda, al llegar a este punto las caballerías se pararon y fue imposible hacerlas continuar. Una fuente redonda a la derecha del camino con una inscripción, las iniciales del artesano y el año de su construcción, “1.924”. Algo más adelante aparece la curiosa silueta de una gigantesca antena dirigida hacia el espacio, forma parte del conjunto de instalaciones de control de satélites NASA-INTA a cuyo lado pasaré a continuación. Enseguida llego a la Ermita de Navahonda, una humilde iglesia con una pequeña casa adosada donde vive alguien y que supongo se encarga de las instalaciones, no veo a nadie por los alrededores, hay bancos y zonas con sombra, incluso un chamizo que hace de bar.
Decido continuar mi camino, el perro del ermitaño me acompaña un buen trozo, seguramente estaba muy aburrido. Al poco rato el camino termina en la carretera que lleva a Colmenar de Arroyo, tomo a la derecha y enseguida llego al conjunto sideral, enormes antenas e instalaciones espaciales, gran cantidad de vehículos aparcados, señal de amplia plantilla. Bordeo las instalaciones a través de la carretera y continúo por la misma hasta el cruce con la que comunica Robledo con Navas del Rey. Según la guía de Domingo Pliego que me sirve de orientación, para evitar un rodeo, la senda cruza un valle para encontrarse nuevamente con la carretera, la zona ha sido cercada con alambre, por tanto no me queda más remedio que dar el rodeo por la carretera. Hice bien en no saltar la cerca, luego comprobé que había un rebaño de cabras cuidado por tres enormes mastines algo fieros.
Las encinas han desprendido su fruto, por tanto el suelo está lleno de bellotas, cojo un puñado y las voy comiendo, están muy ricas, me hacen recordar mi infancia cuando hacíamos acopio del fruto para asarlas al fuego y comerlas con verdadero placer. He de abandonar la carretera por la derecha para iniciar el ascenso al cordal y cruzar al otro lado por un collado, las balizas de la senda no están visibles y en algunos puntos ni siquiera existen, por tanto a menudo me confundo. Como veo que hay una pista que va ascendiendo para cruzar al otro lado, hacia ella me dirijo, está muy inclinada, serán unos 200 mts. de desnivel, a medida que tomo altura tengo a la vista el conjunto de instalaciones NASA-INTA, ahora ya no impresionan tanto, también el valle de Valdezate que acabo de abandonar.
En la subida empapo la camiseta, al final la pista finaliza en una gran antena, por tanto no he seguido la senda, consulto los mapas y cresteando a través de un gran cortafuegos regreso hacia el norte para enlazar en un gran collado con las balizas. Realmente no he perdido nada de tiempo pues el ascenso lo he hecho por la pista muy rápido, probablemente por la senda marcada habría tenido más problemas. Abajo hay un recoleto valle, es el Valle Frías, algo más hacia el noroeste otro valle, el Lorenzo. Una vez que llego al collado y enlazo con la senda, bajo a la cabecera del Valle Frías y tomo una pista que, durante un largo trayecto va cresteando por la Cuerda de la Parada, teniendo a mi izquierda el Valle Frías y a la derecha el Valle Lorenzo, en algún punto aparece el Pantano de San Juan.
Como
quiera que tengo la intención de tomar de regreso el autobús en
San Martín y este sale a las 4,15 de
la tarde, aún me queda
un largo trayecto, por tanto acelero la marcha, además el tránsito
por la pista se comienza a hacer algo pesado y monótono. Comienza
a descender y cerca de las 2 de la tarde llego a la carretera que lleva
a Pelayos de la Presa, pasando por debajo
del Pantano de San
Juan y en
una zona donde hay restaurantes y zonas de esparcimiento. Es
una carretera con mucho tráfico, continúo hasta Pelayos,
que está muy
cerca, cruzo el pueblo para enlazar con una vía férrea
que no se llegó a terminar y que sirve de camino para unir Pelayos con San
Martín de Valdeiglesias. Visito el derruido Monasterio
de Valdeiglesias y me dirijo a la vieja estación de ferrocarril
de Pelayos cruzando una urbanización de chalets. Pelayos también
es lugar con muchas construcciones de segunda vivienda de madrileños.
Tomo la pista que circula entre fincas abandonadas, algunas con vides,
almendros, olivos e higueras. A las 4 de la tarde entro en San
Martín
de Valdeiglesias, me dirijo a la parada de autobús y a las 4,15
inicio el regreso a Madrid. Ha sido un hermoso
día de otoño
que he disfrutado plenamente, además por una zona de Madrid que
no había visitado anteriormente. |