SAN
MARTÍN DE VALDEIGLESIAS – EL
TIEMBLO Kmts. 27
Día 14-5-99. Abandono San Martín hacia las 8,30 de la mañana con intención de visitar los Toros de Guisando, así que para evitar la carretera tomo un camino que intuyo me llevará directamente al lugar. A medida que avanzo, distingo en la ladera del monte el ruinoso Monasterio de Gerónimos, ubicado en la falda de la última estribación del Macizo Oriental de Gredos.
A escasos 800 mts. de los Toros, una cerca me impide el paso, hay un letrero donde dice “toros bravos”, de tal forma que he de dar un enorme rodeo, de al menos 4 kmts. para volver a la carretera de Ávila y luego tomar una desviación a mi izquierda y por otros 2 kmts. llegar a los famosos Toros de Guisando. Hay unos obreros poniendo losas a la entrada del recinto tapiado, supongo que deberán cercarlos para que no puedan ser dañados. Alguno está muy deteriorado, otros tienen leyendas hechas a cincel, a pesar de todo siguen impresionando por su dimensión y perfección, pero sobre todo por su antigüedad.
Retorno nuevamente a la carretera general y durante un kilómetro voy por el arcén, las laderas de la sierra están llenas de pino y entre ellos las casas de una urbanización, “La Atalaya” hasta una considerable altura. Decido subir a la sierra a través de las calles de la urbanización, de esta forma tendré las panorámicas de ambos valles, Tiétar y Alberche, el cordal, aunque es un constante sube y baja, está a unos 1.300/1.400 mts. de altura y es muy suave. A pesar de que el día no es muy caluroso, sopla un agradable y fresco viento, las inclinadas calles de la urbanización me hacen sudar.
Una vez dejo atrás el último chalet, tomo una senda que asciende de forma directa a un collado libre de pinos, ahora la subida se hace más agradable a la sombra de los pinos, según me doy la vuelta distingo al fondo el pueblo de Cebreros. Llegado al collado disfruto del panorama del Valle del Tiétar, muy verde, con varios pueblos alrededor, La Adrada, Sotillo de la Adrada, Navahondilla, Casillas, Sta. María del Tiétar. Ahora comienzo a crestear, por mi izquierda hay una cerca de alambre muy alta, a ratos el viento levanta grandes polvaredas en la senda, es un verdadero placer caminar sobre el suelo lleno de margaritas, tijeretas y peonías en plena floración, dan al paisaje una decoración alegre.
Por la ladera sur hay un gran bosque de roble melojo y mezclas de castaños, por mi derecha continúa el bosque de pino, en alguna abertura tengo, fugazmente, a la vista El Tiemblo y más al norte el comienzo de la Sierra de la Paramera. Una vez llevo cresteado durante una hora, llego a un collado denominado de la Llanada, es una agradable explanada verde donde termina una pista que sube desde El Tiemblo por la Garganta de la Yedra. Comienzo a ver las copas del gran Castañar de El Tiemblo, destaca por el verde intenso, distinto del roble y pino.
Me interno en el castañar y comienzo a descender a través de una agradable senda, ésta va en diagonal, es un bosque mágico, como encantado, el viento mueve las copas y los pajarillos no paran de cantar, sobre todo el cuco.
Llego a un lugar donde hay una docena de castaños gigantescos y algún viejo tronco abandonado pero de grandes dimensiones, las peonías ponen sus llamativos colores, amarillo y rojo sobre el intenso verde de los recientes brotes de los castaños.
En la fuente del Resecadal hago una breve parada, el agua es deliciosa, a veces escucho el ruido de la huida de algún animal que no logro ver por lo rápido que corre o por lo lejos que se encuentra, no hay rastro humano por ningún lado. Llego a una explanada, donde una pista comienza el descenso al lado del arroyo, la tomo en ascenso hacia el collado, al poco rato llego a una especie de casetas metálicas pintadas de verde, enseguida termino en el collado. Nuevamente desciendo a iniciar la bajada por la pista, al lado del arroyo de la Yedra, cuando llevo caminados un par de kmts. llego a un deteriorado refugio, a su izquierda distingo los restos de un antiquísimo castaño, llamado “el abuelo del bosque”, el tronco es gigantesco, de proporciones descomunales, me paro un buen rato imaginándolo con toda su vitalidad, dando unas enormes castañas, comidas en el otoño por cerdos salvajes, todo un espectáculo.
La
pista continúa su descenso hasta
una zona de recreo con barbacoas, bancos, mesas y una fuente con abundante
chorro, aquí me paro a hacer el merecido almuerzo. Al cabo de
media hora continúo, ahora por una pista más transitada,
puedo bajar por la izquierda del barranco o bien por la derecha, esto
es, por la solana o por la umbría. Decido que sea por la derecha,
así que durante unos 8 kmts. desciendo plácidamente, disfrutando
de la hermosa tarde primaveral, hasta dar vista a El Tiemblo.
Como quiera que la pista parece que se aleja del pueblo, decido
bajar al arroyo y
atajar, así que hacia las 4 entro en El Tiemblo,
me dirijo a la estación de autobuses, a las 4,30 retorno a Madrid.
A merecido la pena hacer este recorrido alternativo a la ruta
directa, el Castañar
de El Tiemblo es un bosque que no olvidaré. |