LA
GUINGUETA DE ANEU – TAVASCAN Kmts. 21 Día 24-7-96. Excelente descanso y buen sueño anoche. Como el desayuno no lo sirven hasta las 8 y la jornada de hoy no parece especialmente larga y difícil, decido levantarme a las 7,30. A las 8 bajo a recepción, mi amigo Leo está sentado esperando pacientemente para desayunar y que un taxi le venga a buscar. Desayunamos juntos, charlamos nuevamente y a las 8,45 nos despedimos, no sin antes arreglar cuentas con el hostal. Hermosa mañana y día muy caluroso, por supuesto, la tormenta vespertina está asegurada.
Nada más salir del pueblo, la senda se inclina vertiginosamente, comienzo a sudar por todos lados, son 450 mts. de desnivel hasta llegar al deshabitado pueblo de Dorve, donde hay una fuente con un provocador chorro de agua fresca, donde bebo con avaricia. Aparece un joven con mochila, resulta ser Daniel de Barcelona, que junto con otros dos compañeros están haciendo el GR desde el Túnel de Viella hasta Puigcerdá. Daniel se ha quedado desayunando, han dormido aquí en Dorve, los dos compañeros han seguido adelante, luego les alcanzaríamos.
Dorve solo está habitado por un matrimonio joven con hijos pequeños, no parecen ser de aquí, han debido tomar casa, ojalá que continúen, de otra forma el pueblo se perdería para siempre. Según me comenta Daniel, cada jornada yo hago el doble de distancia que ellos, salieron del mismo sitio que yo dos días antes, hoy solo llegarán a Estaón. Me dice Daniel que se van parando a cada rato a descansar, cosa que he podido comprobar en el poco tiempo que los he acompañado. La subida desde Dorve a la Collada de la Serra está muy mal señalizada, con mucha maleza, escobas, zarzas, etc, nos perdemos varias veces, sudamos lo nuestro, pero al final lo logramos. Los dos compañeros de Daniel se quedan allí a almorzar, nosotros continuamos adelante por una senda cubierta por pinos y robles, muy agradable y a la sombra. Comenzamos a ver las cumbres de Sant Maurici, Saboredo, etc. también la cabecera del Valle de Aneu, con Esterri y los pueblecitos de alrededor.
Hacemos una breve parada en una agradable pradera, tomamos agua de una fuente y a las 12 llegamos al Coll de Montcaubo o Mont Calvo. Aquí se queda Daniel a esperar a sus compañeros. Las vistas de todos los alrededores son impresionantes, es ésta una magnífica atalaya. Hacia el este la silueta piramidal e imponente del Monteixo, con cerca de 2.900 mts. de altura, la Pica de Estatsy sus alrededores, más al norte el cordal que sirve de frontera con Francia, donde se sitúa un amplio circo, cabecera del Valle de Cardós, Lago de Certascan y otros bonitos lugares con acceso desde Tavascán. Precioso el panorama. Ahora me toca hacer la bajada hacia Estaón y descender 1.000 mts. con una inclinación de vértigo, al principio por praderas agradables, luego entre maleza y con dificultades para la localización de la senda. La pareja de águilas de todos los días me acompaña un rato.
La última parte del descenso, unos 250 mts. se hace a través de un caminito de pizarra entre avellanos, sencillamente encantador. Estaón aparece de repente en una vuelta del camino, da la impresión que te caes encima del tejado de las primeras casas. Es parecido a los pueblos de las Hurdes, tejados de pizarra, calles estrechas y empedradas. Me dirijo al único bar, es la 1,15, el pueblo está casi abandonado, es hostal-bar-restaurante. Entro y me sorprende la fresca temperatura que hay dentro, seguramente 10 grados de diferencia con la del exterior. Me tomo una cerveza, de la cocina sale un olor que abre el apetito.
Me dicen que puedo comer si lo deseo, a las 2 sirven la comida. Aparece un matrimonio que está hospedado aquí, charlamos, resulta que son de Madrid, viven en la Av. Ciudad de Barcelona, llevan las hijas al Colegio Pureza de María, al lado de mi casa, los padres de la mujer viven en la calle Cruz del Sur. La comida resulta exquisita, sobre todo un helado casero de frambuesas que es una delicia. Otro matrimonio mayor, con una hija con síndrome de Down, nos acompañan también en la mesa, de tal forma que la charla y sobremesa resultan muy agradables. Pasadas las 4 me despido de mis nuevos amigos (Montse y Manel, los dueños de la Casa de Payés) y del resto de comensales. Aún me queda la segunda parte de la jornada, que tiene su dureza, serán 600 mts. de subida y otros 700 mts. de bajada. Las próximas 4 horas me las tomaré con tranquilidad y por supuesto, amenizadas por la tormenta vespertina. La senda asciende por la margen derecha del Río Estaón, hasta que, ya llegando al final del valle la senda gira a la derecha y asciende a cruzar el Coll de Lleret y pasar al otro Valle de Lladorre o de Cardós. Comienza a tronar, se pone negro, comienza a pintear, pero afortunadamente no llueve más, por los alrededores llueve intensamente. Cruzo rápidamente el collado, es muy peligroso, es una cuerda estrecha y pelada, de tal forma que un rayo me caería encima. Los últimos 3 o 4 kmts. son por una senda construida con pizarras sobre cortados, muy bonita, a una altura de 300 mts. sobre la base del valle. Supongo que ésta senda estuvo muy transitada hace muchos años, afortunadamente se está recuperando para uso de senderistas.
Cruzo el pueblecito
de Aineto, donde se están reconstruyendo las
casas y recuperando el pueblo que estaba casi abandonado, es una pena
pues son muy bonitos, típicos del Pirineo Catalán.
Llego a Tavascán a las 8, tomo
habitación
en el Hostal Marxant, regentado por
el agradable Ricardo y
su simpática familia. Tavascán tiene
un puente medieval de pizarra muy bien conservado.
Es fin de carretera, pero hay pistas que permiten acercarte
a
unas zonas poco descubiertas,
con grandes lagos naturales y la cadena montañosa que separa
de Francia, son varios valles muy
solitarios y especialmente bonitos. Tendré que venir a descubrir estos hermosos lugares
con más tranquilidad. |