REFUGIO
DE MALNIU – PUIGCERDÁ – PLANOLES Kmts. 38
Día 18-9-96. Me he levantado a las 7:00, así que a las 7:30 ya estaba listo y preparado para la jornada, que sería bastante larga. Las nieblas están abajo en el valle; en todas las alturas luce un sol espléndido, incluso yo diría que a partir de 2.400 mts. ha helado, ya que los prados están cubiertos de rocío. El comienzo es algo complicado; el bosque ha sido talado y han desaparecido las señales; inmediatamente de dejar el refugio, una senda con las señales del G.R. se dirige hacia el norte, al Lago de Malniu; el G.R. lo hace en dirección este. En esa dirección voy sin ninguna referencia, a través de lo que queda de bosque de pinos; al cabo de un rato me encuentro con un paisano que busca setas, algo me orienta, no mucho.
Qué bonita la mañana; tengo que quitarme ropa, hace hasta calor; al llegar a una pista que une Meranges con Guils de Cerdaña hay varios coches franceses, supongo que en busca de setas. La frontera está muy cerca, a unos 40 ó 50 mts. del pueblo de Guils. Desde esta altura se aprecia claramente la enorme depresión de la Cerdaña, curiosamente aquí la frontera francesa atraviesa el cordal principal de los Pirineos y penetra en el sur, de tal manera que el Río Segre nace en territorio francés, siendo afluente del Ebro. También tengo a la vista el enclave de Llivia, pueblecito que, siendo español, está en territorio francés; según he leído, cuando se hicieron algunos cambios en el reparto, después de la guerra de los 30 años y el Tratado de los Pirineos, este pueblecito tenía concedidos unos privilegios reales y no fue posible incorporarlo a territorio francés, así que se quedó aislado y con su antiguo estatus real. Los 1.000 mts. que tengo que descender hasta Puigcerdá se me hacen muy agradables, por praderas con suaves desniveles.
La depresión que forma el Río Segre en su camino hacia la Seo de Urgell es un bonito valle franqueado por el sur por el cordal de la Sierra del Cadí-Moixeró con enormes paredones y un bonito bosque. A medida que entra la mañana y el sol va calentando, las nieblas comienzan a ascender y diluirse, así que comienzan a aparecer los pueblos, especialmente Puigcerdá en el centro del valle. Es una zona muy rica: bonitas casas hechas de pizarra y maderas con verdes jardines y muchas flores. Cruzo los pueblecitos de Guils, Saneja y San Marín para atravesar el Río Carol por un antiguo puente, que no logro fotografiar; por estar rodeado de árboles. En Puigcerdá, que es la capital de la comarca, hago unas compras, cruzo la carretera, que a los pocos metros es frontera, y me interno, por una carretera que comunica con dos pueblos, no sin antes cruzar por un puente el Río Segre. Ya tengo enfrente la sierra que tendré que remontar una vez pasado Vilallovent. Comienzo el ascenso por un bonito bosque, al lado de un arroyo, muy agradable y tranquilo, hay setas por todos lados.
A las 2:00 hago una breve parada, a comer algo en una pradera al lado del regato y al calor del sol. Cuando estoy a 1.700 mts. de altura, en la loma de las dos vertientes, distingo enfrente las pistas de esquí de La Molina. En el Coll Mercé choco con los mojones y una estacada fronteriza, durante un buen rato voy a su lado, muga 500, por debajo la carretera N152 que se dirige a la Collada de Toses. El G.R. sigue por la ladera sur, al lado de los mojones fronterizos hasta el Collado de la Creu de Maians, donde la frontera gira a la izquierda a buscar la cumbre del Puigmale. En el Collado, una amplia pradera hay una cruz en memoria de algún accidentado.
La tarde se comienza a nublar, en este momento las alturas están cubiertas. Desde este punto se divisa toda la cuenca del Río Rigart, afluente del Freser y más tarde del Ter, también el punto de separación de las comarcas de la Cerdaña, que yo abandono y el Ripollés en la que entro. También hacia el sur se distinguen unas cumbres que marcan la separación de la comarca del Berguedá y nacimiento del Río Llobregat. La estribación oeste del Puigmale y su continuación por la Sierra del Cadí son las separaciones de la vertiente del Ebro de las del Llobregat, éste último se dirige al sureste, hacia Barcelona, el Ter que lo hace, primero al sureste y luego hacia el este, hacia Gerona. Me interno en un bosque de pino para ir descendiendo por el término de Dorria, a través de una pista forestal. Ya distingo, abajo en el valle, al lado del río, primero Planes, más abajo Planoles, pero aún me queda un buen rato de senda. A las 6:00 paso por Dorria, pequeño pueblo casi abandonado, en la ladera, donde un pastor encierra su rebaño, ahora la senda aprovecha el antiguo camino que unía Dorria con Planoles, desplazándose a media altura, siempre faldeando y cruzando varios arroyos.
El camino es bonito, pero con mucha maleza; ya no se transita, por tanto con algunas dificultades, enormes endrinales y boj se cruzan en la senda, como tienen unas afiladas puntas, hacen penoso el caminar. Este tramo se me hace muy largo, quizá también porque se va oscureciendo y la jornada ha sido especialmente larga, pues son las 7:00 de la tarde. Al fin, a las 7:30, comenzando a llover, me presento en Planoles en busca de alojamiento. La fonda está cerrada, el Albergue Juvenil también, así que el único lugar es una casa de Payés en las afueras, donde Oswald, el hijo de los dueños, me presenta a la familia. Es una antigua casona bien restaurada, muy grande y acogedora, emplazada en un extraordinario mirador hacia el río, enfrente, en la otra ladera, verde y llena de vegetación. Después del aseo, amena charla con dos parejas, unos jóvenes de Madrid y otros de Barcelona, al lado de la confortable chimenea. A la cena, a las 9:00, se añade otra joven pareja del pueblo. La cena, a base de productos de la zona: quesos, embutidos, ensaladas, etc. además de buen vino y dulces caseros. La sobremesa, a la que se añaden los dueños, se alarga hasta las 12:00. Nada más acostarme quedo profundamente dormido, realmente estaba muy cansado.
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