MAÇANET
DE CABRENYS – REQUESENS Kmts. 26
Día 29-5-96. Ha sido una noche de descanso placentero, necesitábamos dormir en una cama, no hubiéramos aguantado una tercera noche con incomodidades, nos levantamos a las 7,30 y a las 8 ya estábamos en el GR de nuevo. Un buen rato por la carretera, para al cabo de 3 kmts. girar a la izquierda en un fresco y agradable lugar llamado “Fuente el Carme”, comenzando el ascenso por una buena pista, antiguo camino a La Vajol, entre grandes ejemplares de alcornoque, árbol muy frecuente en los próximos días.
La pista va ascendiendo, ofreciéndonos la perspectiva de los montes que cruzamos ayer tarde, también el Pantano de Boadella, estamos muy cerca de la muga francesa. Al cabo de una hora y haber ascendido más de 200 mts. comienza a soplar la Tramontana, aire fresco del norte que agradecemos, pues el calor comienza a ser intenso. Comienza a cambiar la vegetación, aparecen los castaños, álamos y praderas verdes, signo de la influencia del norte, bastante más húmedo. Enfrente tenemos las minas de “Ses Salines” ya abandonadas. Pasamos una planicie, estamos en la ladera sur, a 3 o 4 kmts. de la frontera francesa, muga 560. Antes de entrar en La Vajol, hay un bonito mirador que indica “En un día claro se puede contemplar todo el Alto Ampurdán”, cosa que ocurre hoy, se completa el monumento con la imagen de un obispo benefactor y una pareja de payeses tallados en madera.
La vista es extraordinaria, podemos distinguir claramente el Golfo de Rosas y el mar azul en el horizonte, la Sierra de Albera, último tramo montañoso del Pirineo antes de penetrar en el Mediterráneo. Cruzamos el pueblo de La Vajol y comenzamos el descenso, por la carretera, a unos 3 kmts. tomamos una pista a la izquierda, al poco rato nos cruzamos con una pareja de jóvenes alemanes que han comenzado a andar en La Junquera. Pasamos varias Masias y en un encantador lugar, con fuente y a la sombra de un gigantesco alcornoque, hacemos una breve parada.
La continuación es por una monótona pista en contínuos ascensos y descensos entre un abigarrado bosque de carrasca. A la 1 divisamos el paso fronterizo, enorme fortín y autopista llena de camiones, al fondo la población de La Junquera. A la 1,30 entramos en el “Reconet”, posiblemente la fonda más antigua y agradable de La Junquera, donde nos disponemos a tomar un almuerzo como mandan los cánones. Un poco antes hemos sufrido durante media hora, el ruido infernal y agobiante de los TIR, que tienen sus puntos de carga, gestión aduanera, etc. además de los habituales centros comerciales de venta de productos, típicos de los pasos fronterizos. La comida, sobre todo la sobremesa, en amistosa charla con el dueño de la Fonda, frustrado viajero hispano, que añoraba visitar Extremadura y especialmente Asturias. Su esposa de 79 años, simpática camarera con la que también nos enrollamos, sus padres eran oriundos de Talavera de la Reina.
Ahora siendo las 3,30 con un fuerte calor, hacemos tiempo para iniciar la subida, fortísima subida, por la ladera sur, hacia Requesens, por la Sierra de Albera. Nos sentamos a la sombra, al lado de una fuente, esperando a que baje un poco el sol y al mismo tiempo la temperatura. Después de hacer unas compras (pan, dulces, bebida) y siendo las 5, iniciamos el ascenso, primero a la Ermita de Santa Lucía, por una pista bien marcada y ya casi al final por un estrecho sendero, muy empinado. Pocos metros antes de arribar a la ermita y lugar de recreo, con mucha sombra y fuente, nos cruzamos con un joven catalán (Javi) que venía del Cabo de Creus, con intención de llegar a Setcases. Hacemos una pequeña parada en la fuente y a la sombra, para a continuación por el estrecho sendero continuar hacia la cumbre de la Albera. Ahora las vistas del Alto Ampurdán son completas, también el mar y sus pueblos de la orilla, Roses con su enorme golfo, Figueras, más tierra adentro y en la falda de la montaña, Cantallops, además de La Junquera a nuestros pies.
Por el oeste, se distingue toda la cordillera, destacando el estilizado Puig de la Bassegoda, lugar por donde pasamos ayer. También la parte francesa de Le Perthús y las moles nevadas del Canigó. En un punto, ya sobre los 700 mts. hacemos una larga parada y disfrutar del espectáculo a nuestro alrededor. Y para no faltar, hasta la luna, aún no siendo su hora de levantarse, estaba presente en el cielo azul, sobre el también mar azul. A las 8, habiéndonoslo tomado con mucha calma, tomamos una pista a la derecha, de frente y más alto, un monte con antenas francesas.
La
pista comienza a bajar hacia Requesens, espectacular
castillo en la falda, donde intuimos se encuentra Requesens,
cubierto por castaños. En una revuelta de la pista a la izquierda, entre
los árboles, destacan los restos de una avión, que en
el año 1986, apagando el gran incendio, que comenzó en Francia y
avanzó hacia el sur, arrasando una amplia zona, hasta el propio Cabo
de Creus, se estrelló en éste lugar. Llegamos
a Requesens, que es una gran Masía con varios
edificios, a las 9,30. El matrimonio que vive aquí con un hijo,
nos indica que tienen un comedor y dan comidas, pero no hay donde dormir,
así que en uno de los edificios, con varias habitaciones vacías,
disponemos de todo el suelo para nosotros. Nos dan una excelente cena,
a base de embutidos caseros, ensalada con productos naturales, que
ya no se encuentran, chuletas con patatas fritas, etc. La sobremesa
en animada charla con toda la familia (Juan Verdaguer),
a las 11,30 al suelo a dormir. |