PUENTE
DUERO - SAN ROMÁN DE HORNIJA Kmts.
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Día 17-11-94. Tomo, nuevamente, el autobús en Valladolid para llegar, muy rápidamente a Puente Duero y a las 8 de la mañana nuevamente en el GR, caminando entre la clásica niebla matutina de la ribera del Duero. Ahora tengo que cruzar un gran pinar, muy bonito por cierto, en absoluta soledad durante unos 6 kmts. para a continuación dar vista al Convento de Aniago y su esbelta espadaña que ahora es una finca particular, donde las instalaciones del gran convento se han convertido en establos malolientes, curioso fin de una magnífica obra.
Cruzo el río Adaja-Eresma casi en su desembocadura en el Duero, aportándole gran caudal. Enseguida llego a Villanueva de Duero, otro pueblo que cruzo sin encontrar a nadie, aso sí, muchos chalets en los alrededores. La vega, antes de llegar a Tordesillas, está cultivada con lechugas, escarolas, cebollas, ajos, etc. donde también es frecuente la remolacha, que ahora están cosechando. Supongo que los regadíos son del Duero, bueno pues en los lugares donde se acumula el agua, apesta de forma repugnante, así que con esa agua, buenas quedarán las verduras. Al no estar bien señalizado, me confundo y llego a la carretera Rueda-Tordesillas, unos 2 kmts. más atrás de donde debía. Simancas lo he dejado del otro lado del río, a cierta distancia, lo he visto desde lejos. Desde Tudela de Duero hasta Tordesillas he bajado por la ribera izquierda del río, en Tordesillas pasaré nuevamente a la derecha.
A Tordesillas llego a la 1,15, los últimos 5 kmts los he hecho por la carretera, ha sido algo aburrido y pesado. Como la jornada es muy larga, continúo a buen ritmo. A la salida de Tordesillas tomo la carretera a Torrecilla de la Abadesa y al poco rato me paro a almorzar al sol, que por cierto calienta con ganas. En el lugar llamado La Moraleja me paro a hacer alguna foto, es un lugar encantador, una chopera con bonita alameda alrededor de un viejo molino.
El río baja ahora más caudaloso una vez que ha recibido la aportación del Pisuerga, pero siempre con un color grisáceo desagradable. Me ha resultado curioso ver un chalet donde han construido un enorme tobogán para deslizarse a una piscina, debía medir 5 o 6 mts. de alto. Cruzo Torrecilla de la Abadesa, también sin ver a nadie, parece que están deshabitados los pueblos, para dirigirme hacia un bonito pinar en una planicie, que ya no abandonaré, ésta se encuentra a unos 100 mts. más alta que el cauce del Duero y que no volveré a encontrar hasta cerca de Toro, pues éste da una enorme vuelta, sin embargo la senda va derecha hacia San Román de Hornija y Toro. Como hay muchas pistas y caminos, en un cruce me confundo y tomo un camino equivocado, la guía está confundida, así que cuando me doy cuenta, tengo que cruzar sembrados de remolacha, perdiendo mucho tiempo. De frente viene un ciclista y le paro para confirmar mi dirección, resultó no ser del lugar, pero tenía ganas de charla.
Era Félix Gil de Tordesillas, todo un cromo con un pañuelo a la cabeza, pero el tío había viajado un montón, había estado en Buenos Aires, Sao Paulo, Río de Janeiro, Samarkanda, entre otros sitios, en viajes de placer, con sus 70 años, dice que todo se lo gastaba en viajar, me dio cierta envidia. Si hubiera tenido tiempo, allí hubiéramos estado charlando hasta el anochecer, a Félix le iba el palique. Las horas se me echan encima, no me cunden los kilómetros, me parece interminable el llegar a San Román, Félix lo único que me pudo indicar fue la hondonada donde se ubica el pueblo, a lo lejos, a unos 10 kmts. más o menos. Cuando aún me quedan unos 5 kmts. comienza a ponerse el sol. Eso sí, disfruto del atardecer como nunca, inolvidable, segundo a segundo. Es una puesta de sol que dura una hora, con un clímax final de unos 15 minutos en que todo se pone de un rojo intenso dando la impresión de que el cielo está lleno de brasas ardiendo. Y al mirar hacia atrás, hacia el este, la luna llena, como si estuviera envidiosa del espectáculo del sol, inicia el suyo propio, aprovechándose del colorido que deja el sol sobre el cielo azul, que la verdad, no sabía hacia donde mirar, si a uno o a la otra, los dos panoramas eran de ensueño. A media tarde un grupo de unas 10 avutardas pasaron a cierta distancia, con su caminar altanero y elegante.
Faltando
un kilómetro para llegar a San Román,
un tractorista se ofrece para llevarme, cosa que acepto gustoso
y agradecido. La sorpresa
vendría en San Román, la dueña del bar
Tinín, único
sitio donde se podría dormir, dice que las habitaciones que alquila
están sucias desde el verano y no se va a poner a limpiar a estas
horas. Total que me toca llamar a un taxi a Toro y
buscar un hostal, así mañana podré visitar la ciudad con tranquilidad
y llegar a Madrid por la tarde. Únicamente que no habré caminado
el tramo a Morales de Toro, bueno solo serán unos 10 kmts. Recomendaría
que se informara en los pueblos por donde pasa el GR, pues mucha gente
se sorprende cuando pregunto, o bien dicen que no sabían para
que eran las señales blanca y roja que había pintadas en árboles,
paredes o postes. Anoche en Valladolid, cuando
salí del Hostal
para ir a la Plaza Mayor, me di de narices con el Presidente
de la Comunidad, Juan José Lucas.
La visita a Toro ha sido fructífera, hermosa
Colegiata y demás monumentos, aunque al haber una intensa niebla
no he podido disfrutar como quisiera. En una próxima ocasión
volveré a Toro a terminar lo empezado. |