LA
CALAHORRA - VÁLOR Kmts. 46
Día 6-4-01. El tren de Madrid me ha dejado a las 6 de la mañana en la estación de Guadix, es completamente de noche así que tomo el único taxi que hay para que me lleve los 20 kmts. hasta La Calahorra. Hay una espléndida luna llena que ilumina los alrededores, el cielo estrellado y los perfiles de Sierra Nevada perfectamente nítidos. En La Calahorra no hay ningún establecimiento abierto para tomarme un café y así abordar la fuerte subida con algo de energía, aso sí puedo apreciar, en la penumbra, su bien conservado castillo.
La comarca, denominada Marquesado del Zenete es una zona de valles muy verdes y fértiles, también se halla la Hoya de Guadix, cerrando por el nordeste la Sierra de Baza. El GR7 parte de La Calahorra para dirigirse al pueblo de Ferreira donde comienza el ascenso al Puerto de la Ragua a través del Arroyo Hondo con un desnivel de 750 mts. Como es de noche y además no tengo guía ni planos del recorrido hasta el Puerto de la Ragua, tomo la carretera que durante unos 14 kmts. va ascendiendo en constantes zig-zag. Me coloco el frontal de linterna, pues aunque no hay casi coches yo si que necesito ver la carretera, la temperatura es muy agradable, pero a medida que gano altura, la brisa se va haciendo más fresca, a pesar de todo el esfuerzo al subir no me deja tener frío. En el Puerto de la Ragua a 2.000 mts. de altura si que hace frío.
Me cruzo con algún camión y furgones de reparto, voy escuchando las lechuzas y los búhos y según va amaneciendo el resto de aves alegran la mañana. Según tomo altura van apareciendo todos los pueblecitos con sus luces encendidas, el bosque es de pino de repoblación, también los olores de las plantas con sus intensos perfumes de la madrugada alegran el ambiente. Comienza a amanecer hacia las 7,30 y aparecen las cumbres con su manto de nieve, es el cordal principal con alturas entre los 2.500/2.700 mts. La temperatura asciende según me empieza a dar el sol, a mis espaldas, al norte, aparece la Sierra de Baza y más a lo lejos la Sierra de la Sagra ya cerca de las Sierras de Segura, algunas zonas altas supongo que le pertenecen.
Un numeroso grupo de cabras monteses se sorprende con mi presencia y salen disparadas, tienen un color pardo muy raro como si estuvieran enfermas o sarnosas. Hacia las 9 corono el Puerto de la Ragua, un cantarín arroyo baja por las praderas que lucen un manto blanco de la helada, a medida que le da el sol desprende el vaho que filtran los rayos del sol conformando un curioso y bello momento. Hay una especie de hostal restaurante que está cerrado a estas horas y una caseta de información que también está cerrada. La temperatura no superará los 0 grados, entre el bosque sale corriendo un tejón, vaya susto se ha llevado al verme cerca. Unos 500 mts., ya descendiendo hacia el sur, una fuente vierte dos buenos chorros pero al intentar beber el sabor del agua es desmineralizada y está muy fría.
Aquí comienzo a ver las señales del GR7, la senda baja al lado del Arroyo de Bayárcal, pero decido no seguirla, hay mucha humedad y la carretera sigue también el curso del barranco, así que bajo por el asfalto, muy tranquilo pues no pasan coches. Hay carteles que anuncian "a 5 kmts. la Posada de los Arrieros", tengo ganas de tomarme un buen café con leche. Al fondo veo que hay una bifurcación, una carretera corta hacia la izquierda y pasa delante de unas instalaciones que intuyo son la Posada de los Arrieros, pego un corte y bajo a derecho, así me evito una enorme revuelta de casi un kilómetro, efectivamente la Posada de los Arrieros es un bonito lugar ubicado en un hermoso paraje al lado del Barranco de Bayárcal, me tomo un gigantesco café con leche y enseguida continúo por la provincia de Almería en dirección al pueblo de Bayárcal.
Ahora si puedo decir que el Puerto de la Ragua, a 2.000 mts. de altura es el punto más elevado del GR7 a su paso por España. La señalización del GR es bastante buena, sin posibilidad de pérdida, la verdad es que se aprecia el enorme esfuerzo que se ha realizado en la balización. La senda a Bayárcal es muy agradable, es un caminito estrecho por el lado izquierdo del barranco entre carrascas y lajas de pizarra. Bayárcal es un pueblecito de Almería a 1.300 mts. de altura, blanco como todos los que veré en los próximos días. Abandono Bayárcal bajando a cruzar el profundo barranco y continuar hacia Laróles, el fondo del barranco está lleno de vegetación, muchos fresnos, chopos, alisos, etc. y muchas huertas con frutales aprovechando el regadío de las acequias.
Esta zona es cuenca del río Adra que conforma un profundo corte en las montañas para desembocar en el Mediterráneo. También distingo, a la izquierda, la separación de la cuenca del Andaratx que circula en dirección a Almería. En el pueblo de Laróles, como es la mediodía, entro en un bar a tomar un vasito de vino, acompañado de un plato de ensalada y un trozo de pescado, otro vasito de vino y esta vez patatas fritas y un trozo de pollo frito, total que por llevarme otro medio litro de vino para comer 350 pts. y casi he comido. Algo más adelante, en el cruce del Río Laroles en una zona donde el pequeño río se desprende en cascadas entre bloques de pizarra, a la sombra de grandes sauces y álamos, hago una larga y refrescante parada en un lugar que me parecía estar en un sueño, realmente agradable.
La tarde comienza a ponerse muy templada, vamos que parece que es agosto, las cuestas me hacen sudar y empapar la camiseta. La herencia de los moriscos se manifiesta en infinidad de acequias, azudes y multitud de regadíos vertiendo las aguas por todas partes, además los bancales o aterrazamientos, hoy abandonados, pero que supusieron la supervivencia de todos los habitantes de los pueblos, vides, olivos, almendros son los principales productos. Después de cruzar varias aldeas, llego a Válor siendo las 6 de la tarde. Tomo habitación en el Hostal las Perdices y lo de costumbre, aseo, un rato sentado en la terraza tomando una cerveza, luego la cena, que por cierto ha sido de muy buena calidad, para hacer honor al nombre del establecimiento, perdiz y un paté de conejo que ha sido una delicia.
Hago
cuentas con Quique, el simpático joven del
hostal, pues por aquí no se acostumbra madrugar mucho y a
las 7,30 de la mañana en que pretendo levantarme no habrá nadie
para atenderme. Ahora a dormir plácidamente, son las 10 de
la noche. |