TALARÁ – ALBUÑUELAS – ALHAMA DE GRANADA KMTS. 34

Día 7-3-02. Vuelvo a Granada, como dice Miguel Ríos, para ir progresando en el conocimiento de la Andalucía interior, especialmente de los innumerables lugares de gran belleza paisajística alejados, por suerte, del turismo de masas. Y aunque la costumbre sea que la lluvia no sea frecuente, hoy me he calado hasta los huesos y en las sierras menores luce el blanco manto de la nieve a partir de los 1.600 mts. de altura, un paisaje más bien del norte.

Melegís y Restábal

El lugar donde he tomado aposento, llamado el Ventorro, ubicado en la carretera de Játar, a unos 3 kmts. de Alhama de Granada, es una hospedería rural, eso sí con todas las comodidades, al lado de una pequeña presa, donde los patos y otras aves acuáticas se remojan plácidamente. Después del obligado aseo, bajo al comedor y sentado en solitario, al lado de la fogata de la chimenea, intentaré rememorar el intenso día de hoy en el GR7 (llamada la Senda Granadina a su paso por esta provincia). A las 8,30 de la mañana me apeo del autobús que me ha transportado desde Granada, estoy ahora en el corazón del Valle de Lecrín, también llamado “Valle de la Alegría”, supongo debido a su templado microclima, comprobable por la abundancia de naranjos, limoneros, granadinas, chumberas, almendros, olivos, etc. etc. Y es verdad que el colorido de los frutos añade una nota alegre en el paisaje, además los almendros floridos hace unos días, es como un arco iris.

Valle de Lecrín y Sierra Nevada

Los días pasados ha llovido con intensidad y en cuanto los rayos de sol calientan, la evaporación de la humedad provoca que todas las plantas desprendan sus aromas, por tanto es todo un placer para los sentidos. Comienzo la jornada en el pueblo de Talará y por la solitaria carretera me dirijo al siguiente pueblo, Melegís, teniendo enfrente la Sierra de los Guájares, a la izquierda el pantano de Béznar y a mis espaldas, siempre vigilante como un centinela blanco, el Caballo con sus más de 3.000 mts. de altura. El Río Dúrcal y el Río Torrente se han unido algo más arriba del Pantano de Béznar y ayudan a que, ahora esté casi lleno, lo cruzaré a través de un puente algo más adelante.

Sierra de la Almijara

A la entrada de Melegís mi olfato percibe un olor muy familiar, el horno de pan está en su apogeo, están sacando de su interior el pan, los dulces, las tortas, etc. etc, así que me rindo. La señora me recomienda una torta reciente y de buenas dimensiones por un euro, increíble, he desayunado, comido y me ha sobrado para el desayuno de mañana, además de estar riquísima. Según camino le voy dando buenos bocados, al mismo tiempo desprendiéndome de la ropa, el sol comienza a calentar. Al entrar en el siguiente pueblo, Restábal, veo una señal de madera del GR7 y una baliza algo chapucera, bueno pues será todo lo que vea en el transcurso del día, aparte de algún panel en los pueblos con un mapa muy genérico, así que pretender seguir el trazado del GR sería una temeridad, por tanto seguiré un itinerario muy personal.

Descenso a Jayena

Hay grandes barrancos por donde no baja ni gota de agua, síntoma de terreno fácilmente erosionable. Dos majestuosas águilas sobrevuelan una zona intensamente. La silueta de la cima del Caballo, a medida que voy tomando altura, va apareciendo en las estribaciones de Sierra Nevada, además de los Alayos de Dílar y por la derecha la Sierra de Lújar, es este un magnífico mirador, lástima que unas brumas comiencen a pegarse a algunas montañas, es el preludio de lo que ocurrirá por la tarde. Cruzo Saleres y una empinada cuesta me hace empapar hasta los pantalones, gracias que en este pueblo he llenado la cantimplora de una fuente con tres abundantes chorros. Y por fin llego al último de los pueblos del Valle de Lecrín, Albuñuelas, ubicado a más de 700 mts. de altura y muy extendido, tiene una vieja fábrica de tejas con una gran chimenea aún en pie.

A lo lejos Sierra de la Almijara

Aquí, según la guía, habría que bajar al cauce del Río Santo y avanzar hacia su cabecera por el cauce seco, yo no me fío de las balizas, además el terreno es muy escarpado y seguramente habrá que abandonar el cauce en algún momento, tomo la pista que me inspira más confianza, luego un paisano me diría que hice muy bien, mucha gente se ha perdido por falta de señalización y el difícil terreno. Como contrapartida, el ascenso por la pista me resulta interminable y muy monótono, 200 mts. por delante y parece que llegaba al collado, así unas 100 veces por lo menos, al final era una enorme paramera que se perdía de vista, han sido 11 kmts. pero me han parecido 30. A la una llego a una carretera que llaman de “la Cabra” y que parte desde cerca de Padul y a través de la sierra llega a la costa, es una carretera muy bonita.

Al fondo Sierra de la Almijara

Este punto es separador de cuencas, la que abandono vierte al Mediterráneo y la que tengo enfrente, primero va al Río Genil y luego al Guadalquivir, por tanto al Atlántico. A ratos puedo ver los perfiles del cordal de la Sierra de la Almijara destacando el estilizado Pico del Lucero. Poco después de cruzar la carretera, la pista se convierte en una carretera que comienza a descender, de frente me da un viento frío, claro la nieve cubre la Sierra de la Almijara y también la Sierra Tejeda, además de unas brumas oscuras que se desprenden y el viento las trae hacia esta parte, así que comienza a pintear débilmente. Como voy perdiendo altura, la temperatura va siendo más templada, diviso, abajo en el valle, el pueblo de Jayena, Fornes y el Pantano de los Bermejales, ahora todo son plantaciones de olivos y almendros en flor, muy bien cuidados por cierto. Como la carretera da muchas curvas, tomo un carrilito que entre las pequeñas explotaciones me va llevando directamente a Jayena donde entro hacia las 2,30.

Camino de Jayena

Aquí entro en el primer bar que encuentro a tomarme unas cañas acompañadas, como es costumbre por estas tierras, de las sabrosas y abundantes tapas (setas, anchoas, mejillones, alcachofas, etc.) que me dejan para el café y la siesta. Después del habitual enrolle con los paisanos y siendo las 3,30, salgo a la calle y, sorpresa, la lluvia se hace más intensa, se van cerrando los alrededores y las montañas ya no se ven. A través de un camino directo, llego a Fornos y desde aquí, ya bajo un verdadero chubasco, sigo hasta Arenas del Rey, bordeando las verdes aguas del Pantano de los Bermejales. Como son las 5 de la tarde y en Arenas no hay ningún hospedaje, sigo por la carretera unos 4 kmts., ahora empapado y cerrado totalmente, pido ayuda a un automovilista para que me lleve los 12 kmts. que me faltan hasta Alhama de Granada, me dice que antes de llegar hay un sitio en la carretera muy recomendable para comer y dormir, se llama el Ventorro y está muy bien acondicionado, aquí me bajo y a pedir una habitación calentita y tranquila para descansar y recuperar fuerzas para mañana.

Jatar

Solo, al lado de la chimenea, viendo arder los grandes troncos, tomándome una copita de licor casero del lugar, la verdad es que no hay dinero para pagar este relajado paréntesis, las chispas saltan de las brasas y suben por la chimenea y las llamas despiden el confortable calor. Aun siendo las 9 me quedo dormido sin darme cuenta, el dueño del hostal me dice que en la cama también estaré muy cómodo.