RONDA – EL
BURGO – ARDALES Kmts. 42
Día 24-3-02. Vaya detalle por parte de Andrés Rodriguez, de la Asociación Senderista Pasos Largos de Ronda, antes de las 8 de la mañana me está esperando en la estación de ferrocarril, me invita a café y para completar su inapreciable ayuda, después de darme toda una serie de indicaciones, para que no tenga ninguna duda con el itinerario, me lleva en su coche hasta el inicio del Camino de Lifa.
Por tanto, dejo patente mi agradecimiento, no solo por la ayuda recibida, si no también por el recibimiento en una ciudad donde me hubiera sentido un desconocido. Así pues, pasadas las 8, en una hermosa mañana y una temperatura algo más alta de lo que sería deseable, abandono la bonita ciudad de Ronda por el Camino de Lifa, que al principio transcurre entre sembrados muy verdes y teniendo por la derecha la Sierra Hidalga. Voy encontrando postes indicadores con las señales blanca y amarilla de PR además de un letrero con la leyenda “Ruta de los Almorávides”, que ya he visto en anteriores ocasiones por el interior de Málaga y aparentemente coincidente en muchos tramos con el GR7. Según giro la vista atrás tengo una buena panorámica de toda la serranía que circunda Ronda, también la elevación de un globo aerostático, destacando sus llamativos colores contra el azul del cielo y el tono calcáreo de las sierras.
Al comenzar la parte más agreste del camino, una puerta y un paso canadiense guardados por un joven a quien saludo, para a continuación seguir mi camino, ahora comenzando a sudar a pesar de haberme quedado casi sin ropa. Algunos pinsapos aislados, árbol característico de estas sierras, sobreviven en las laderas de la Sierra Hidalga, el resto son matojos y plantas rastreras, luego cerca de los barrancos cambiará el panorama. Un paisano se dedica a recoger espárragos y cardos, nos paramos un rato a charlar agradablemente. Cuando llego al alto llamado Puerto de Lifa, tengo una magnífica panorámica hacia el nordeste, mi próximo recorrido, este es punto divisorio de las cuencas de los ríos Guadiaro y Guadalhorce, un cartel de la Junta de Andalucía me indica que estoy en el Parque Natural Sierra de las Nieves, me encontraré varios de estos carteles.
Por la derecha sobresale el Carramolo del Queso, así denominan por aquí a los picos, porrones, o tajos solitarios. Comienzo el descenso hacia el Valle de Lifa que veo abajo y el cortijo del mismo nombre, un gran rebaño de ovejas y corderos pasta en los verdes prados. Al fondo sobresalen la Sierra Prieta y la Sierra Cabrilla, en sus laderas se encuentra El Burgo, pueblo por el que tengo que pasar. Por mi derecha, algo hacia atrás, las estribaciones de la Sierra de las Nieves, ya sin el manto blanco que la distinguía hace un par de semanas. Dejo el Cortijo de Lifa a la derecha y continuo el descenso, ahora por una senda debajo de un tendido eléctrico, en un gran peñasco, a la derecha, sobresalen los restos de una torre árabe, que por el lugar de ubicación debió ser de vigilancia.
La senda se pierde, así que intento bajar al cauce del río y me encuentro con alguna dificultad, los pinos tienen algo de maleza y el paso es complicado, así que retrocedo para intentar el descenso por otra zona mas accesible y finalmente, ya casi en el cauce del arroyo, me encuentro con otra senda que baja a su lado para al cabo de pocos minutos encontrarme en la confluencia del Arroyo Sabinal con el Arroyo de la Higuera. Una mata de peonías destaca con sus bonitas flores en una zona húmeda debajo de una carrasca. El Arroyo de la Higuera está seco pero el Sabinal lleva buen torrente de fresca y rica agua, más abajo comienza a formar balsas de color azul-verdoso muy bonitas y provocadoras. Hago un fuerte ascenso para encontrar el camino que me bajará a El Burgo por todo el estrecho y zigzagueante barranco que ha formado el ahora denominado Río de El Burgo. Antes de llegar al barranco he tenido ocasión de ver un bosquete de un arbusto, creo llamado cornicabra, de curiosas formas, nunca antes había visto uno igual, debe ser corriente por la zona.
El camino que tomo en descenso, viene del Puerto de la Mujer y más abajo será utilizado por pescadores y domingueros, a veces agradezco la sombra de los pinos y el refrescante rumor del agua. En distintos puntos se han realizado diques de contención de las virulentas aguas, que en momentos puntuales deben bajar arrasando lo que encuentren a su paso. Hay una zona llamada Los Molinos pues varios batanes, ahora en ruina o reconstruidos como casas de recreo y que en el pasado debieron ejercer una función imprescindible. A unos 3 kmts. del pueblo me comienzo a encontrar pescadores y domingueros, más abundantes a medida me acerco al pueblo, suben, con el coche, naturalmente, a disfrutar de estos agradables y refrescantes lugares. Aquel agua clara y transparente del río en las zonas altas, ha cambiado su color y aspecto. Antes de las 12 entro en El Burgo y en el primer bar que encuentro me tomo una fría cerveza, hace un calor de los demonios, así que enseguida abandono el pueblo a través de un puente muy reconstruido, un cartel indica que originariamente fue romano y que por él pasaba una calzada romana de cierta importancia. Después de hacer una pequeña parada a la sombra de un almendro, con una fresca y agradable brisa, sigo la ruta en dirección al pueblo de Ardales, serán unos 20 kmts. a través de una muy aburrida carretera, teniendo, de frente como referencia la Sierra de Alcaparain.
Continúo bajo un sofocante calor y siempre por el barranco del río, que más adelante pasa a denominarse Río Turón, un matrimonio de maduros británicos toma el sol plácidamente al lado del coche, me facilitan un poco de agua, líquido escaso por estos pagos y conversamos un ratito para hacer un paréntesis. Otro par de kilómetros más adelante una familia con niños y abuela comen alrededor de una mesa a la agradable sombra de un gran roble, al lado de un arroyo de aguas cristalinas que bajan de la montaña, aquí hago acopio de líquido con la precaución de añadirle una pastillita purificadora. Ahora el valle se abre y se conforman unos amplios campos labrados, hay un cruce de carreteras, por la derecha una se dirige al pueblo de Casarabonela, yo continúo por la de Ardales que está recién arreglada. Se me olvidaba indicar que a la salida de El Burgo he visto alguna señal blanca y roja del GR, las seguiré viendo ocasionalmente hasta Ardales. También que estas dos jornadas las realizo en dirección sur-norte por motivos de logística, es mucho más fácil el transporte desde Antequera hacia Granada o Madrid directamente, que desde Ronda, por tanto he cambiado la perspectiva respecto al sol y las montañas.
La carretera comienza a tomar altura y al llegar al punto más alto tengo a la vista, al fondo, el Pantano del Guadalhorce, a su derecha la Sierra de Huma y algo más cerca y al otro lado del Río Turón, en lo alto de un pico, las ruinas del Castillo de Turón, la zona de llama la Loma del Castillo, el pueblo de Ardales aún no lo puedo ver, este se halla en una zona baja. Un paisano sube la cuesta sudando tinta, me dice que la caminata tiene como fin el ejercicio físico, así que bajamos charlando animadamente hasta el pueblo, recomendándome la Pensión de María la “rubia” para pasar la noche. Desde un alto, tengo a la vista Ardales, que bonito, tiene una especie de vieja muralla en lo alto, las casas ubicadas en la escarpada ladera con las calles muy empinadas, todo blanco con sus callejuelas estrechas, realmente bonito. Son cerca de las 6 y en la plaza, hay mucha animación hoy es domingo, tomo habitación en la Pensión Bobastro, cuya dueña me atiende con toda la amabilidad posible, es una típica casa andaluza, muy antigua pero magníficamente conservada y con un cuidado exquisito en su decoración y mantenimiento, una verdadera joya. Me dice la dueña que se han ido los clientes que tenía, por tanto todo el hospedaje es para mí, buena ducha, cambio de ropa y me dispongo a hacer una visita, sobre todo a la parte más alta y ver la salida del itinerario para mañana bien temprano. Tomo calle arriba hacia la muralla y en lo más alto me enrollo con dos paisanos que sentados apaciblemente, pasan el rato.
Sus
indicaciones me permiten clarificar las zonas a recorrer mañana a primera hora, el camino que he de seguir
y el punto donde lo he de tomar, además los diferentes nombres
de las montañas que se ven en la distancia. Bajo de nuevo
a la plaza a tomarme un par de cervezas en el bar donde los paisanos
juegan la partida con tremendo alboroto. La señora de la pensión
me recomienda cenar en Casa Juan, al
lado del Ayuntamiento, así que entre el soberbio ruido del futbol, transmiten un
partido por la TV y el personal está muy excitado, yo con
un gigantesco plato de chuletas, huevos fritos, patatas, etc. etc.
quedo repuesto del desgaste diario. A las 10 durmiendo en la tranquilidad
y placidez de la noche y una temperatura deliciosa, la señora María me
da las instrucciones pertinentes para por la mañana pues no
es que madrugue mucho. |