ARDALES – EL
CHORRO – ANTEQUERA Kmts. 38
Día 25-3-02. Hoy ha vuelto a ser una de esas jornadas inolvidables por la emoción de haber visitado hermosos parajes, impresionantes lugares y grandes panorámicas, completado con un maravilloso día, habiéndolo terminado sin ningún contratiempo.
En estos momentos se acumulan en mi memoria tantas cosas a las que referirme que he de repasar la lista de los apuntes más relevantes que realizo en aquellos momentos en que hago un pequeño paréntesis, sea a reponer fuerzas, cambiar el carrete de la máquina, tomarme una fría cerveza en algún bar de un pueblo, etc. etc. Como quiera que anoche ajusté cuentas con la señora María, poco después de las 6,30 me levanto, preparo la mochila y salgo, aún en penumbra, a la calle, enfrente hay un bar abierto con muchos trabajadores que se preparan para la faena, me tomo un gigantesco café con leche y así hago algo de tiempo para que claree.
Salgo al cruce y veo las señales blanca y roja, además de un indicador de madera, marca “A El Chorro 6 horas”, a decir verdad los tiempos marcados en los indicadores que veré, o los hizo alguien que calculó los tiempos a ojo, era cojo o iba en una moto, pues con la realidad nada tienen que ver, son tantas las contradicciones que me han hecho reír, cuando llegue al siguiente fácilmente comprobaremos los errores. Sin embargo, he de reconocer que la señalización es bastante buena, quede pues también mi reconocimiento a la labor realizada por la Junta de Andalucía, Consejería de Cultura y Deportes, en dicha señalización.
Tomo la antigua carretera que pasa debajo de un puente de la nueva y enseguida tomo un camino a la izquierda, que también se dirige a la Cueva de Ardales, ascendiendo en inclinadas rampas. A medida que voy tomando altura y clarea, tengo buenas perspectivas de Ardales y a su espalda la Sierra de Alcaparain que me ha servido de referencia ayer y también hoy cuando vuelva la vista atrás. Hay una desviación a la derecha que se dirige a la Cueva de Ardales, veo la entrada en un pequeño cerro, según unas fotos que vi en el pueblo, son formaciones calcáreas creadas por las filtraciones, estalactitas y estalagmitas.
La senda va por una serie de lomas en constantes subidas y bajadas, buscando la parte alta del Arroyo del Granado, este conforma una serie de hoces. Cuando llego a una zona alta, veo muy al fondo, la característica silueta del Morrón de Gragea, conocido lugar de paso entre Alfarnatejo y Antequera en jornadas anteriores y algo más cerca la Sierra de Huma, su cumbre a 1.191 mts. Una colonia de 25/30 buitres sobrevuela un rebaño de ovejas, comienzan a tomar tierra y al poco rato elevan el vuelo, podría ser una falsa alarma o bien un corderito que imagino sería como un aperitivo para el más espabilao. Bajo al cauce del arroyo, ahora son las 8, llevo andando menos de una hora, un nuevo letrero indicador de dirección, dice “A Ardales 4 horas” y “A El Chorro 4 horas”, bueno pues esos tiempos tienen errores soberbios, por tanto los próximos letreros, ni caso les hago. Asciendo por la Loma del Caballo pasando al lado de varios cortijos dedicados, unos al ganado (ovejas-cabras) y otros viviendas de recreo, algunas de extranjeros.
Tomo contacto con una carretera que viene de Ardales y del Embalse para terminar en La Mesa, donde se ha construido una gran balsa que recibe el bombeo, en horas de bajo consumo de electricidad, para bajarla de nuevo y generar energía en las horas de alto consumo, toda una obra de ingeniería. A los pocos metros de tomar la carretera, un cartel hace referencia a las ruinas de Bobastro, una iglesia mozárabe y murallas defensivas, un caminito formado por piedras sobre el aglomerado rocoso invita a seguirlo, unos 300 mts., no me lo pienso dos veces, lo tomo y a través de algunos pinos me lleva a lo que fue lugar donde un morisco se atrevió enfrentarse a la autoridad de la dinastía Omeya (Califato de Córdoba), allí se hizo fuerte junto a un grupo de campesinos dispuestos a oponerse a la organización Omeya, de poco les sirvió. Luego se inició la construcción de una especie de basílica, iglesia, monasterio, etc. sobre la desnuda roca, proyecto finalmente no acabado, pero que ha quedado en pié el trabajo de cincelado de las rocas. Al ser un lugar muy alejado y algo separado de la carretera, con un acceso algo difícil, el lugar no parece muy visitado. Vuelvo a la carretera para continuar el ascenso a La Mesa y bordear la enorme balsa de agua, con altos muros de hormigón, pasa por mi cabeza la idea de un desastre, roto el muro y el gran caudal bajando y arrasando todo lo que haya a su paso. Soy consciente de los grandes avances de la ingeniería, pero siempre han ocurrido desastres y según le voy dando la vuelta, en más de 90 grados, por mi cabeza pasa de todo, además he visto algún punto de fuga.
Una gigantesca turbina oxidada, abandonada al lado de la senda me hace echar maldiciones a Sevillana de Electricidad, a lo mejor la dejaron allí para que nos acordemos de alguien, seguramente les costó mucho más dinero la construcción del gran mirador que hicieron, ahora abandonado también, en el año 1.987 para que Don Juan de Borbón admirara, por unos minutos este espectacular paraje. Desde el acceso a dicho mirador tengo la ocasión de ver con detenimiento, sobrecogido, uno de los parajes más impresionantes que he visto, el Río Guadalhorce ha logrado horadar la barrera calcárea y a través de un estrecho corte, como realizado con un cuchillo, seguir su camino hacia el Mediterráneo. Además del Guadalhorce, el otro río que ha logrado traspasar el Cordal Penibético, es el Guadiaro, ello da cuenta de la enorme dificultad o bien del escaso cauce como consecuencia de las filtraciones subterráneas. Me quedo extasiado contemplando el panorama desde esta elevada atalaya, son 400 mts. sobre el cauce y base del Desfiladero de los Gaitanes, estoy en el Tajo de la Encantada. Enfrente, los escarpados paredones, escuela de escalada, de la Sierra de Huma. Intento localizar la senda de descenso a El Chorro y tengo alguna dificultad, no veo el desvío y continúo por las paredes de la balsa hasta un punto en que es imposible continuar, retorno sobre mis pasos y por fin lo encuentro, estaba algo tapado por la vegetación y no tenía ninguna señal indicadora, ahora en un constante zigzag, a través de un antiguo camino, desciendo hasta el pantano desde donde se bombea el agua a la balsa. Hay una estación de tren y varios establecimientos hosteleros, algún albergue para escaladores y varias casas de recreo en la ladera de la montaña, es el Municipio de Álora.
El tren salva el paso a través de varios túneles excavados en las paredes para comunicar Málaga con el interior. Una vez cruzada la presa y como el calor es sofocante, entro en el Hotel la Garganta a tomarme un par de frescas cervezas y hacer un pequeño descanso, el hotel dispone de muy buenas instalaciones y con un emplazamiento magnífico. Dos parejas de jóvenes hospedados en el hotel pretenden iniciar, a estas horas, las 11 de la mañana, una excursión, así que me piden el plano que llevo para ver lo que pueden hacer, finalmente me piden consejo. Les cuento por donde he bajado y las hermosas vistas desde la atalaya, así que les parece bien el consejo, para allí se dirigen, ahora el sol les dará de plano en la subida y sudarán lo suyo. Una vez repuesto con las cervezas y el descanso, retomo el ascenso por este otro lado, por la base de las escarpadas paredes, donde algunos escaladores, pocos pues el sol debe poner la roca a 90 grados y los dedos se les pueden quedar pegados. Hay letreros de la Junta de Andalucía “Paraje natural” y obras para la colocación de cadenas que impidan el acceso de vehículos, magnífica idea. A medida que asciendo recibo la brisa que sopla de levante, agradable y refrescante, tanto que si me paro a la sombre de algún pino, me quedo hasta frío. Bordeo, por los 600/700 mts. de altura, la Sierra de Huma, a la izquierda una senda asciende al Puerto de Flandes y algo más adelante me encuentro con un pastor con su rebaño de cabras, vamos charlando amistosamente durante un buen rato hasta llegar al cortijo donde encierra el ganado.
Hay
un punto en lo alto, me dice, desde donde casi todas las tardes se
tiran muchos jóvenes en parapente, suben en vehículos
a través de una inclinada pista que nace en el pueblo Valle
de Abdalajís, es la Sierra del mismo nombre y su
máxima cumbre La Capilla (1.189 mts.) que
me servirá de referencia durante varias horas. Comienzo el
descenso al Valle de Abdalajís, serán
unos 400 mts. de desnivel, afortunadamente la brisa sigue soplando
y me facilita la bajada, pasando por la base de las escarpadas paredes
del Tajo del Cuervo. Comienzo a ver, al fondo, la
Sierra de Antequera, por donde pasaré algo más tarde,
ahora, siendo la 1,30 al pasar por la puerta de un bar, donde van
entrando varios obreros, me tienta el comer sentado y caliente. Los
paisanos comen un plato de ajoblanco y una carne con tomate que están
de chuparse los dedos, así que bien comido y bien descansado
me preparo para lo que me queda de jornada, que no será un
paseo precisamente. Bajo a cruzar el Arroyo de las Piedras y
comenzar un duro ascenso por un camino que me lleva hasta el Cortijo
de la Fuente de la Zarza y a continuación, siempre
subiendo, al Cortijo del Castillo, al lado de un
torreón calcáreo que sobresale de las laderas sembradas
de cereales. Una vez en la zona más alta y teniendo a la vista
el inicio de la Sierra de Antequera, con el Peñón
de Vallejos como su centinela menor, paso al lado del Cortijo
Casablanca para comenzar un descenso, ahora a través
de un arroyo entre hierba y sembrados, no hay senda ni carril definido,
pero la dirección es hacia el Cortijo Álamos y
el punto kilométrico 8 de la carretera a Antequera.
Tomo contacto con la carretera y durante dos kilómetros, bajo
un intenso calor y coches a gran velocidad, pido ayuda a algún
automovilista para que me baje los 6 kmts. que me faltan hasta Antequera,.
Un matrimonio, amablemente, me transporta en pocos minutos hasta
la ciudad, ahora voy viendo la Sierra de Chimenea (o
de Antequera) en toda su dimensión, no me
quedaré sin recorrerla por la cumbre en próxima ocasión. |