PONTÓN DE LA OLIVA – EL ATAZAR – LA
HIRUELA Kmts. 40,5
Día 27-4-03. Mi hija Susana me deja en la carretera del Atazar, entrada a la Cueva del Reguerillo, para tomar una pista de servicio del Canal de Isabel II que se dirige a la Presa de la Parra. La temperatura es más bien fresca, se aprecia que en la madrugada ha debido bajar el termómetro hasta los 0 grados, los prados están blancos de la escarcha, es esta la temperatura ideal para comenzar esta hermosa mañana de primavera, hemos visto el hermoso fenómeno del amanecer que siempre me fascina. El sol sale con mucha fuerza y en las horas centrales llegaremos a los 20 grados, la explosión de la primavera se aprecia en tomo momento, los árboles revientan en sus brotes, los prados ya no pueden resistir la fuerza del verdor, los pájaros anuncian el apareamiento, el cielo azul nos dice que el sol lanzará sus rayos templados para que fructifique todo lo que la tierra tiene en sus entrañas.
El Canal de Isabel II ha instalado unos paneles explicativos de la difícil construcción, en los años 1.890, de un túnel para canalizar el agua del río, este túnel, especie de mina, de unos 7 kmts. de longitud, fue toda una obra para la época, ahora el canal, en una encomiable labor de divulgación, nos explica las diferentes obras anejas a dicho túnel, como presas, almenaras, casetas de limpieza y sedimentación, etc. etc. Tres ciclistas me adelantan pedaleando con fuerza y algo más adelante un cartel dice “Peligro, abejas trabajando”, encontraré bastantes colmenas, la zona, con jarales, tomillo y romero en cantidad, es propicia para este tipo de explotación. Después de 7 kmts. andando, llego a la Presa de la Parra, donde una alta pasarela me permite el cruce al otro lado, ahora tomo un estrecho sendero para penetrar en el Arroyo del Robledillo que baja con mucho caudal para entregarlo al Río Lozoya, enseguida comienzo a ascender, hacia mi izquierda, en zig-zag para seguir remontando varios barrancos. A pocos metros, entre los pinos, un ciervo berrea y sale corriendo, no logro verlo, solo oigo sus ruidos.
Hasta el pueblo de El Atazar seguiré viendo un muñeco azul pintado en las rocas y troncos de los pinos junto a las balizas del GR. En medio de la senda una pequeña víbora toma el sol con placidez, casi la piso sin darme cuenta, luego, más adelante veré otra de un tamaño mayor, esta algo peligrosa. Voy sobre los 900 metros, enfrente a poca distancia, las escarpadas paredes que ha formado el cauce del río, una pared en medio de los barrancos, como un cuchillo, estrecha y con afiladas crestas, también doy vista a la Presa de El Atazar, estoy al lado de unas tenadas en ruinas, hechas de pizarra y tejas rojas que destacan en los verdes prados de alrededor. El pueblo de El Atazar se me aparece, de frente en lo alto, al dar un giro, todo verde alrededor y con casi todas sus casas restauradas o en proceso de arreglo. A las 10,5 entro en El Atazar, que se ubica a 980 metros de altura, he caminado 12,5 kmts. en 2,45 horas.
Paso al lado de un edificio muy nuevo, son los Apartamentos Turísticos La Cuesta, con muy buenas instalaciones y varios vehículos a la puerta, los clientes desayunan en la terraza al cálido sol de la mañana. A la salida del pueblo un cartel indica las diferentes sendas o itinerarios, Senda de Alpedrete, Senda de la Pasá, Senda del Riato, Senda de la Dehesa, GR88, con indicación de sus cursos. Sigo mi camino, ahora por una senda que se va elevando por la parte izquierda del valle por donde discurre el Arroyo de la Pasada, en dirección al Collado de la Pinilla que veo al fondo en lo alto. Ahora la senda cruza un bonito bosque de quejigos al lado de un arroyo por donde bajan las cantarinas aguas, toda una delicia el caminar por este bello bosquete de jóvenes robles. En el Collado de la Pinilla, a 1.300 metros, abandono la pista de tierra por donde he ascendido los últimos 3 kmts. y tomo una bella senda de pizarra que se retuerce entre las escarpadas paredes, es una maravilla de trazado, además de lo bien cuidada que está, a ratos cruza entre pinos y otras veces circula entre las jaras, pero sin molestar para caminar.
Las montañas que rodean la zona ya superan los 1.800 metros., de frente la Peña la Cabra y más a la derecha la Sierra de la Puebla y su pico Centenera, un cordal que se desprende de Somosierra. En un recodo de la senda, doy vista, a lo lejos en un valle muy cerrado, a Puebla de la Sierra, es una bonita estampa, hacia allí me dirijo. Me cruzo con una pareja que luego volveré a ver en la Puebla y algo más adelante Carlos y Lourdes, con sus tres hermosos perros, resultan ser viejos conocidos de Luis García, así que durante un rato nos enrollamos, viven en la Puebla, lejos del mundanal ruido, que suerte. En el Arroyo del Portillo hay una pequeña presa que retiene las frías y transparentes aguas en un entorno cubierto de viejos robles, fresnos, espinos y hasta algún ejemplar de haya, todo un remanso de fresca placidez. Ahora el camino es más amplio y me lleva hasta Puebla de la Sierra donde llego a la 1,40, he caminado 26 kmts. en 5,40 horas, se halla a 1.160 metros de altura y las casas restauradas, conservando la típica construcción de pizarra y teja árabe. Como es la hora del almuerzo y el Parador de la Puebla, en la plaza, está abierto, comeré sentado y en mesa y mantel, en un relajado y tranquilo comedor, sin muchos comensales y bien atendido. Cuando salgo a la plaza aparecen Carlos y Mar, la pareja que me crucé en la senda, así que otro pequeño enrolle a charlar, de tal forma que hacia las 4 sigo mi camino hacia el Collado de las Palomas que un paisano me señala, también el camino de ascenso, este camino, más adelante desaparece y he de ascender a derecho, siguiendo mi intuición, hacia el pinar, en la falda del Pinhierro, hasta encontrar un camino que viene faldeando por la derecha, lo sigo y llego al Collado de las Palomas a cerca de 1.600 metros, con la ropa empapada en sudor y de las balizas del GR88 ya no he vuelto a saber nada.
Doy
vista a la vertiente del Río
Jarama y
enfrente el pico Cerrón, detrás
el Pico
del Lobo, Tres Provincias y todo
el cordal hacia la Sierra
de Ayllón, también la
cara noroeste del Ocejón y los
pueblos de Guadalajara, Bocígano, Colmenar,
etc. etc. todo un amplio panorama. El camino bordea El
Porrejón y la Cuerda de la Astilla hasta
llegar al Collado
Salinero, donde sopla
un frío viento. Aparecen las balizas del GR88 que vienen de una
zona alta diferente al camino que yo he seguido, estas, según
el mapa, continúan cresteando hasta llegar al Puerto de
el Cardoso,
yo tomaré una senda, también balizada, en ligero
descenso por las laderas del Cerro Salinero y
luego el Cerro
el Morro, desde donde
doy vista al bello pueblo, abajo, de La Hiruela,
también El
Cardoso de la Sierra, pero aún he de hacer
un largo e inclinado descenso por una senda primero y luego
por un camino hasta entrar en La
Hiruela.
El sol es tapado por la bruma, aún así la temperatura
es agradable, entro en La Hiruela a las
7 en punto, el pueblo está a
1.240 metros de altura. Como aquí en La Hiruela no
hay ningún
hospedaje abierto, a pesar de haber varias casas rurales, apartamentos,
etc. solo los tienen abiertos para los fines de semana y por supuesto
el domingo por la noche ya los han cerrado, no entiendo que un servicio
tan vital para los visitantes, tan solicitados y deseados, nos sea negado
por el hecho de no ser fin de semana y no contratarlo para los dos o
tres días, está visto que lo que prima es la rentabilidad
inmediata, es tirar piedras sobre su tejado pues las deficiencias son
evidentes, además, supongo que los fondos con los que se han financiado
las restauraciones y acondicionamientos han salido de “fondos comunitarios”,
es decir públicos, pero la finalidad se pervierte por la “avaricia” y “poca
profesionalidad” de los propietarios o gestores. Cuatro jóvenes
que se preparan para retornar a Madrid se
ofrecen amablemente a llevarme hasta Montejo,
a unos 10 kmts., donde es posible encontrar hospedaje.
Pero en Montejo ocurre
lo mismo que en La Hiruela, los establecimientos
se han cerrado ya y aunque intento, por teléfono, hablar con alguno
de los dueños o gestores, no están dispuestos
a abrirlos, por tanto me aconsejan en Horcajuelo,
a unos 2 kmts. donde Jesús me atiende
y amablemente se ofrece a venir a buscarme hasta Montejo,
por fin encuentro una persona dispuesta a ayudar y resolver
un problema que no debiera ser tal. Acomodado debidamente
en la
bien acondicionada
y cuidada Posada de Horcajuelo, en el
bello pueblo de su nombre, descansaré como
un rey. He quedado gratamente sorprendido por el hermoso
pueblo de Horcajuelo
de la Sierra, que tranquilidad y placidez se respira,
no oigo ningún
ruido, todo es relajación y descanso. |