LAS
CAÑADAS DEL TEIDE – PICO
GUAJARA
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Roque y el Teide nevado |
Día 31-12-85. El Guajara es una cima de 2.712 metros de altura
justo enfrente, hacia el sur, del soberbio cono del Teide, por tanto
un excelente mirador de todos los alrededores, el Gran Circo
de las Cañadas,
el Llano de Ucanca, las laderas del Teide y hacia el mar los imponentes
desniveles y zonas arboladas en sus laderas sur. Desde la cumbre he podido
comprobar lo que debieron ser dos gigantescas calderas, una las Cañadas y la otra Ucanca, separadas por una especie de corte en lo que actualmente
se denominan los Roques de García, bordeadas ambas por la larga
pared que se inicia en la zona del Puerto de Izaña y prácticamente
le da la vuelta al cono principal del Teide, su parte más norte
es más escarpada y con mucho desnivel.
Las Cañadas son, vistas desde aquí arriba, una serie de
cauces o cañadas por donde discurrieron las coladas de lava y
que se sedimentaron al enfriarse. El llamado “malpaís” es
toda una serie de bloques, bombas, y materiales de diferentes colores
sembrados por todas partes, un conjunto apoteósico, cuando te
pierdes entre sus grandes moles de hierro unas, de colores rojizos, amarillos,
negros, etc. las otras. Y las laderas del Teide, con sus 1.700 metros
de desnivel, donde se aprecian las gigantescas coladas que bajaron de
su gran boca hacia la base de su esbelto cono con diferentes coloridos.
Realmente espectacular. En las diferentes ocasiones en que he venido
a Tenerife, siempre he subido varias veces, bueno pues siempre me veo
sorprendido al ver lo que la fuerza de la naturaleza ha desarrollado
en su forma más violenta y arrasadora.
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El Teide cubierto de nive |
En esta ocasión, junto a mi hijo Alberto,
cruzaremos las Cañadas para ascender al estupendo
mirador de Guajara. Dejamos el coche en la
carretera de ascenso a la estación del teleférico y comenzamos
el cruce de este terreno abrupto y amenazador. En algunos puntos hay
una especie de montículos de pequeñas partículas
de lava, supongo que el viento las va acumulando al desprenderse de los
grandes bloques. En medio de la gigantesca caldera nos encontramos con
una serie de construcciones, especie de albergues o refugios en buenas
condiciones, ahora es pleno invierno y hay bastante nieve por la zona,
incluso en la umbría hay hielo y hemos de tener cuidado para no
resbalar. A veces descendemos de nivel hacia algún hoyo y perdemos
de vista los alrededores y nos da la impresión de habernos metido
en una especie de cono, la soledad es absoluta. Nos dirigimos en línea
recta hacia el Collado de Guajara que está a la izquierda del
pico principal según nuestra dirección. La altura aquí en
las Cañadas será de unos 2.100 metros y el collado debe
estar a 2.500, además el ascenso es muy vertical, por tanto Alberto me
va diciendo que como hay nieve en esa zona norte, que deberemos ascender,
no está muy dispuesto a acompañarme.
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El Teide y las Cañadas |
Al
llegar a la pista de tierra que bordea las paredes y que partiendo
de las Cañadas
del Teide llega hasta el Parador Nacional,
le digo que siga dicha pista y me espere tranquilamente sentado en
la cafetería. En ese momento
un matrimonio camina plácidamente por la pista en la misma dirección
y a ellos se une para ir acompañado. Yo no me iré sin subir
a Guajara y además llevarme un buen recuerdo, un esguince de tobillo
que me obligará esta nochevieja a ver los “toros desde la
barrera”.
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El Teide y las Cañadas |
A pesar de la nieve puedo distinguir una senda de ascenso y algunos
hitos marcando el itinerario, no obstante el no haber venido preparado
con
botas será un inconveniente y me hará pagar caro el olvido.
Según asciendo miro hacia abajo y veo a Alberto y
el matrimonio caminando por la pista en dirección al Parador,
yo sudando la camiseta. En poco rato me pongo en el Collado y disfruto
de una brisa
agradable que sopla del otro lado, también de la amplia panorámica
de las costas del sur y las grandes pinadas en las laderas. Continúo,
ahora sin nieve, esta zona es ladera sur y el sol la ha derretido, la
senda está bien pisada y puedo ascender con cierta alegría
hasta llegar a la cima a 2.712 metros de altura. Me quedo extasiado contemplando
semejante espectáculo, la nieve ha añadido un alegre colorido
al tenebroso color habitual de los alrededores, sobre todo las laderas
del Teide. Afortunadamente es un día claro y soleado, con una
brillantez extrema, hasta con las gafas de sol la claridad es muy intensa.
Me paso un cuarto de hora en la cima intentando retener la visión
de todo alrededor y como aún me queda una buena distancia hasta
el Parador y luego a buscar el coche hasta el teleférico, inicio
el descenso hasta el Collado.
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El Llano de Ucanca |
Aquí vuelvo a hacer una parada,
a respirar el puro oxígeno y volver a comprobar las vistas, para
ello me subo a una roca pequeña, no subiría más
de 20 centímetros del suelo, bueno pues la maldita piedra se mueve,
pierdo el equilibrio hacia la izquierda, mi pie toca el suelo con un
lateral y mi peso cae encima, resultado, torcedura y esguice. De momento,
los últimos metros de descenso hasta la pista, no noto nada más
que un ligero dolor en el tobillo, luego caminando unos tres kilómetros
hasta el Parador sigo bastante bien, pero cuando me siento en una silla
y veo el globo que ha salido de mi tobillo me digo, hasta aquí has
llegado.
Una persona, amablemente, nos lleva hasta la estación del teleférico
y en el coche bajamos hasta Puerto La Cruz.
Es nochevieja y hemos de buscar un traumatólogo, con suerte uno me dice que el esguice
se quitará en tres o cuatro días de relajado descanso,
pie en alto y buena venda. Me dice también que esta nochevieja
bailaré sentado.
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Las Cañadas del Teide |
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