CÁCERES – CAÑAVERAL
Kmts. 44
Día 17-11-93. Como la jornada será bastante larga, madrugo bastante y a las 7,30 de la mañana inicio la búsqueda de la calzada a la salida de Cáceres, que resulta algo complicada. Aparentemente la Calzada comienza algo antes de llegar a la Universidad Laboral, en la carretera hacia Trujillo, en el punto que me parece el indicado, tomo un camino a la izquierda y que en unos 100 mts. gira a la derecha nuevamente para rodear la Universidad, lo abandono por la izquierda a través de un deteriorado camino que al poco rato se convierte en senda y que penetra en el Arroyo Concejo entre una serie de cañaverales y maleza, el cruce del arroyo se me hace difícil, hasta el momento no tengo contacto con las flechas amarillas indicadoras de la dirección.
Salgo como puedo de aquella ratonera y asciendo a encontrarme con la carretera de Torrejón el Rubio, camino por ella unos 500 mts. y en una bifurcación a la izquierda aparecen las flechas amarillas, estoy en el buen camino. El extraño giro que hace la calzada en la salida de Cáceres supongo que tiene su razón en el paso por la población romana, sea Norba o Castra, también denominada Cáceres el Viejo. Después de dejar una serie de naves y granjas al lado de la carretera, ésta termina convirtiéndose en camino y más tarde en sendero que va cruzando una serie de alquerías con ganados y varias verjas que tengo que abrir y cerrar según voy cruzando. Los pastizales están completamente blancos del rocío que en algunos casos de vaguadas es hielo, es una hermosa mañana, el sol se dispone a calentar lo suyo.
En el P.K. 6 y durante otros 3 kilómetros camino por la carretera que se dirige a Casar de Cáceres, donde entro hacia las 10 y en un bar me tomo un gigantesco café. Pregunto por las famosas tortas del Casar y me dicen que solo se producen durante unos pocos días de la primavera, cuando los pastos están en un determinado momento de maduración, de tal forma que la leche que producen las ovejas tiene una determinada concentración de grasa que no tiene en otra época del año, me quedo con las ganas de probarlas. La calzada cruza todo el pueblo, parece que el mismo ha sido construido a ambos lados de ella, a la salida y a la derecha la Ermita de Santiago referencia obligada al camino. Ahora la calzada comienza a ascender a un suave alto y durante bastantes kilómetros alejada de todo núcleo urbano, sólo alguna alquería aislada, teniendo por la derecha y a una distancia de un par de kmts. la depresión que produce el río Almonte antes de su desembocadura en el Pantano de Alcántara.
En el alto Lomo de Plata, punto más alto de la zona, hay magníficas vistas de los alrededores, a lo lejos la C.N. y más cerca vaguadas, arroyos y montículos muy verdes, es una mañana muy hermosa, tengo que ponerme pantalón corto y camiseta, es increíble la temperatura que hace. Ahora y durante un buen rato tendré la oportunidad de volver a recrearme con los retos romanos, primero la aparición de varios miliarios, todo parece indicar que los construían en ésta zona, no tienen nada escrito y da la impresión de que fueron abandonados, son enormes no puedo imaginar lo que pesan.
Al poco rato aparece de nuevo la calzada romana, perfectamente trazada y conservados sus cimientos, es emocionante volver a tener una referencia romana. A excepción del pequeño tramo anterior, el resto ha sido convertido en una pista agrícola, incluso transitada por coches. Me voy acercando al Pantano de Alcántara, al fondo se distingue su gran depresión. Antes de comenzar el descenso hacia la carretera y pantano, hay unas curiosas construcciones en forma de U, muy bajas y con varias puertas a poco más de medio metro de altura. Tengo a la vista el Pantano de Alcántara, antes de construirse debió ser un lugar impresionante, la confluencia del río Tajo con el Almonte en un paraje de escarpadas hoces. En ése punto estaba la Mansión Túrmulos y algo más adelante el Puente de Alconetar, también llamado Vado de Alconetar, cruzando el caudaloso Tajo, también debió haber otro puente en el cruce del Almonte, nada se indica sobre éste último en lo que he leído.
Sobre las aguas del pantano aparece la parte superior de la Torre de Floripes, bonita torre medieval que se eleva sobre las aguas a medida que éstas pierden altura. Hay una leyenda sobre una joven cristiana y un jefe moro, que tuvo lugar en ésta Torre, como siempre el misterio, la religión, el amor, la tragedia, etc. para que a dicha leyenda no le falten ingredientes. Lo cierto es que la hermosa torre sobresaliendo de las aguas del pantano ofrece el caldo de cultivo a la imaginación. La vía del ferrocarril circula paralela a la C.N., hay un grupo de obreros trabajando para despejar un gran derrumbe sobre las vías. Ahora a circular por la C.N. junto a camiones y coches, cruzo el río Almonte a través del largo puente, una vez terminado éste y en una especie de península sobre el Pantano, algo alejado de la C.N. y su infernal ruido, me siento a comer tranquilamente, contemplando la Torre de Floripes que la tengo a muy corta distancia y las calmadas aguas del inmenso pantano.
Continúo
durante otros 3 kmts. por la C.N. para cruzar el río Tajo a
través
de otro largo puente, al término del mismo, inmediatamente de
terminar dicho puente la Calzada asciende a una enorme planicie sobre
los 300 mts. de altitud, divisándose por la derecha la depresión
del Tajo, de frente al fondo el Puerto de los
Castaños y algo
más cerca el pueblo de Cañaveral,
a la izquierda la Sierra
de Arco con su cumbre Silleta de
más de 800 mts. adornada con
una gran antena de radio, en su ladera norte se encuentra el Convento
del Palancar, que he visitado en otra ocasión, lugar donde Pedro
de Alcántara paso como eremita gran parte
de su vida, es un diminuto convento y que conjugaba con la
gran
sobriedad
del
santo. También
y en otra ocasión he visitado la nueva ubicación del Puente
de Alconetar en el reculaje del Pantano en el punto
donde se une la carretera del Portezuelo con
la nacional 630, en otro lugar he manifestado mi impresión
por las dimensiones de éste puente y su hermosa construcción,
orgullo de nuevo de la ingeniería romana. Se me hace algo monótono
este tramo, la calzada no pasa por Cañaveral,
pero pretendo pasar aquí la noche, de tal forma que cuando llego a su altura, a un
kilómetro de distancia, dejo la calzada y cruzo a derecho hacia
el pueblo, donde llego a las 5,30. En el Bar pregunto si conocen a Saturnino
Flores, viejo amigo, director de la sucursal de Béjar del
B.P.E. y luego apoderado del mismo en Salamanca.
La chica del Bar me dice, “ahí mismo
lo tiene”, jugando con los amigos la partida a las cartas, se ha
jubilado hace algún tiempo. Charlamos un buen rato, le cuento
algo de mis aventuras, también él me habla de su actual
situación, recordamos viejos tiempos y me recomienda un hostal
para pasar la noche. Me acompaña al mismo, tomo habitación,
aseo y cena junto a varios obreros que están trabajando en el
despeje del derrumbe sobre la vía del tren. |